martes, 2 de noviembre de 2010

Curso de ética periodística

¿Recuerdan la primera temporada del programa de televisión Caiga Quien Caiga? No sé ustedes, pero a mí me encantaba. Creo también que en ninguna de sus secuelas el equipo de reporteros ha estado a la altura del primero, capitaneado por Jesús Monzón (aka El Gran Wyoming), Juanjo de la Iglesia y Javier Martín, y compuesto por destacados e intrépidos entrevistadores como Pablo Carbonell (genio y figura), Tonino Guitián (ídem de ídem) y Sergio Pazos, entre otros. Una de sus secciones más aclamadas era el Curso de Ética Periodística, en el que Juanjo de la Iglesia analizaba con fina ironía titulares de prensa que por su redacción irreflexiva, apresurada o inadecuada se prestaban a equívocos fáciles, oportunamente puestos de manifiesto por el agudo presentador, quien invariablemente concluía con un titular alternativo, más sensato y mesurado que el original.

A veces, los comentarios y editoriales de nuestro periódico favorito se prestan a este juego. Pero lo que pretende hoy el abajo firmante no es comentar los titulares de las sagradas proclamas de nuestro héroe, sino su contenido, siempre más jugoso. Desde hace semanas, Gary Baldi ha dirigido su artillería contra la administración de justicia, más concretamente contra la magistrada responsable del Juzgado de Instrucción número 1 de Santa Cruz de Tenerife. Y a su estilo de siempre: sin mencionar nombres, pero aportando datos suficientes como para hacer inequívoca la identificación. Fiel a su política de tirar la piedra (perdón, el tenique) y esconder la mano, la acusa implícitamente de prevaricación, apuntando como causa la relación sentimental que mantiene con un periodista que, siempre según el padre de la patria, se chancea a diario del él. Esa misma magistrada ha dado curso a una querella interpuesta por Santiago Pérez contra el führerjefazo por injurias y calumnias en tanto que, según parece, no ha hecho lo propio con la que el periódico interpuso contra el profesor de la ULL (nido de víboras...) Domingo Garí por sus palabras contra el santo prócer.

El editorial de hoy, escuetamente titulado La Justicia en Canarias, versa sobre lo que Gary Baldi entiende como justicia injusta, pues estaría vendida a los intereses de la metrópli al cebarse con él, pobre e indefenso mártir de la nación canaria independiente. En una sola palabra, pues: prevaricar. Reproducimos algunos párrafos:
  • Nos referimos a la Justicia peninsular; a la Justicia española que se aplica, incongruentemente, en Canarias (...). Justicia que no compartimos cuando está politizada, mediatizada o influida por la pasión, pero que acatamos.
  • No queremos hacer juicios de valor sobre determinadas decisiones. Respetamos a la Justicia porque creemos que es una institución seria (...)
  • Hablamos de los jueces que saben administrar justicia, que son todos salvo unos pocos; muy pocos, aunque susceptibles de que sus decisiones, merced a ese enorme poder que concentran en sus manos, hagan mucho daño a personas inocentes. No es la primera vez que determinadas sentencias han caído sobre esta Casa y sobre el editor y director de EL DÍA como cuervos carroñeros.
  • (...) el Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha perjudicado a ciertos proyectos tinerfeños. Eso es lo que parece, porque no podemos ser rotundos en este aspecto.
  • Las críticas que hemos realizado a algunas decisiones judiciales no han sido soeces en absoluto. Tal vez los interesados, los que se han visto afectados por ellas, así lo piensan. Nosotros nos hemos limitado a emplear un lenguaje eufemístico por respeto a la Justicia y a sus administradores (...)
Ciertamente, los comentarios de El Día no están politizados o mediatizados, y se redactan con ese ingenioso y eufemístico lenguaje cuya irónica sutileza ha sido vilmente malinterpretada. También es sabido que en nuestro periódico jamás se hacen juicios de valor, líbreles Dios, y que sufren como corderos pascuales las atroces decisiones de unos pocos jueces. En El Día siempre critican, nunca insultan, pese a que alguien haya podido, equivocadamente, pensar lo contrario. Recordemos palabras del comentario del pasado 11 de octubre:
  • ¿Tenemos que seguir creyendo en la justicia de la Justicia? Sí, tenemos que hacerlo. Tenemos que hacerlo aunque no sea la Justicia de los canarios (...) por imperativo legal. Y también porque estamos convencidos de que la Justicia está por encima de los jueces y las juezas; incluidas las que desconocen, o al menos parece que desconocen, que sus decisiones deben comentarlas en los juzgados revestidas con la toga, y no en paños menores como una vulgar barragana.
Sírvase el lector considerar si esta crítica es una muestra de eufemismo. Porque ya puestos y libres de tapujos, y con la libertad de expresión por bandera, podrían haber escrito lo siguiente:
  • Si creemos en la justicia que nos imponen es porque no nos queda otra. Y la justicia vale más que algunas juezas que comentan y dictan sus sentencias en sostén y tanga, como putillas de barriada.
Claro que siempre queda una opción que, por equilibrada, es inconcebible para el führerjefazo:
  • No nos inspira confianza esta justicia, aunque respetamos y acatamos las decisiones judiciales. Decisiones y sentencias que, creemos, en ningún caso deberían resolverse en el ámbito privado, observación ésta que dirigimos a la atención de cierta magistrada cuyo modo de proceder así nos lo hace sospechar.
Por cierto, la RAE define eufemismo como Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Sin duda, la expresión vulgar barragana es suave y decorosa como un pañuelo de seda.

Seguiremos al tanto.

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