martes, 15 de febrero de 2011

Banderas de nuestros padres

Nada como la memoria histórica para iluminar a los que padecen amnesia:
  • Desconozco con certeza -nada más lejos de mi intención- quién llama por las noches a Paulino Rivero, o a cualquier líder de CC, para venderle ideas. Aunque me lo imagino. Quizá el mismo que le aconsejó a Ricardo Melchior, y compañía, acudir a la manifestación contra la línea de Vilaflor, con los brillantes resultados de la comparecencia. A vista de lo ocurrido en el País Vasco, parece que la recomendación de arroparse con la bandera de las siete estrellas está condenada a la misma gloria. Se trata, en cualquier caso, de un rudimento fácil de colocar porque los nacionalistas están dispuestos a comprarlo: ante el desastre que supone la división interna, la falta de gestión competente por parte del Gobierno autónomo y la ausencia de cualquier perspectiva sobre un futuro no necesariamente mejor, nada más eficaz que subirse al monte del soberanismo. Después de todo, ni a los vascos ni a los catalanes les va del todo mal. O al menos no les iba hasta el pasado domingo.

    El caso es que la moto de la bandera, no ya sin ruedas sino meramente reducida al manillar y espejo retrovisor, la ha comprado CC. O por lo menos la tiene reservada en el concesionario para matricularla en el congreso de fin de mes. No obstante, en estos momentos conviene pensárselo. Si después de tanta bravata Ibarreche y su plan han conseguido cuatro diputados y 141.000 votos menos que en 2001, no le veo demasiado futuro a los radicalismos vernáculos. Sobre todo en las Islas, donde la exaltación patriótica no alcanza los niveles de otros parajes. [Ricardo Peytaví, profeta del señor, en El Día: 19/04/2005]

  • Estamos rotundamente convencidos, como ya lo están todos los habitantes de estas Islas que han nacido en ellas, de que no somos españoles sino canarios de una nación que existía antes de esa conquista brutal y salvaje a la que acabamos de referirnos. Una nación llamada Canarias que hoy camina en busca de su Estado. Y hasta que consigamos ese Estado y nuestra bandera canaria, con sus siete estrellas verdes sobre los colores azul, blanco y amarillo, seguiremos hablando de lo que nos importa y lo que les importa a la mayoría de los canarios, aunque algunos digan que nos reiteramos. [Pepe Gotera et al., en El Día: 15/02/2011].
Desde luego, y sin que sirva de precedente, esta vez no se han repetido.

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