jueves, 24 de marzo de 2011

38.000 motivos para una rabieta

En días recientes, el bueno de Gary Baldi se había despachado a gusto en contra de la justicia, no uno ni dos, sino tres días consecutivos, entonando cánticos plañideros acerca de la persecución que, según él, sufre a manos de quienes le insultan y de un sistema judicial al que, con la boca pequeña, ha acusado de parcial, injusto e inmoral, entre otras amables apreciaciones. El insigne jefazo del observador popular no desvelaba los motivos exactos de su frustración en sus lacrimógenos textos, pero supongo que ya estará al tanto de que otros los han aireado. A falta de conocer el texto íntegro de la sentencia (y me propongo leerla de pe a pa cuando llegue a ocasión), la cosa se resume en que al gran mártir proguanche y anticanarión le han dado las suyas y las del pulpo, por una demanda presentada contra los periodistas Francisco Pomares y Angel Tristán Pimienta por sendos artículos del primero (titulados respectivamente Evidencias y El Rey en Cueros) en los que exponía sin tapujos sus opiniones acerca de quien-ya-sabemos por motivos dispares.

Treinta y ocho mil mortadelos pedía Gary Baldi en concepto de daños a su honor y a la imagen de su periódico. Pues una vez más, se ha quedado cual gallo de Morón, ya que sus demandas han sido desestimadas con pago de costas incluido. Dice que recurrirá. Pues buena suerte, señor mío. A este paso, me cuestiono si de aquí a un año le quedarán perras para costear el traje de la próxima candidata al carnaval chicharrero.

Pero lo mejor es que quien ventila los motivos del octogenario patriota del chicharro no es otro que Carlos Sosa, en el medio que dirige. Otro más en la lista de amiguetes del gran jefazo, quien se refería hoy a su colega grancanario en estos términos:

Son muchos quienes se dirigen a nosotros para preguntarnos por qué llamamos chulón capicúa a un individuo protegido de la justicia, a la que está envileciendo. Por ahora lo decimos sotto voce, aunque en su momento contaremos abiertamente sus andanzas pasadas y presentes. Será algo desagradable porque se trata de la hez del periodismo, pero nos debemos a nuestros lectores y a su derecho a estar informados. Aunque no creemos que sorprendamos a nadie con las revelaciones que haremos, porque en Canarias ya se sabe quién es la porquería del periodismo. Afortunadamente para estas Islas, el chulón capicúa no seguirá haciendo daño durante mucho tiempo más a personas decentes. Por fortuna, sigue habiendo jueces justos en los que confiamos.

Ya veremos si tiene o no las narices de revelar los motivos de sus permanentes insultos hacia el periodista grancanario. Precisamente, Pomares explicaba la costumbre del insigne Gary Baldi de no citar los nombres de sus víctimas porque (sic) es además un cobarde que teme enfrentarse a los tribunales más que a la peste bubónica. Yo no las tengo todas conmigo: la última frase sugiere que igual se anima a llevar a Sosa a los tribunales.

Más motivos de rabieta a la vista, o mucho me equivoco.

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