viernes, 30 de diciembre de 2011

Revolcándose en el lodo

Algunos párrafos del nauseabundo comentario de hoy hablan por sí solos:
  • ¿Es posible que suenen las doce campanadas de fin de año sin habernos librado de esta pareja, políticamente cortada siguiendo un perfil rumano? ¿Va a seguir permitiendo el pueblo canario que un analfabeto político continúe decidiendo sobre vidas y haciendas de quienes habitan esta tierra? Este torpe político tiene que dejar el cargo cuanto antes porque no sabe lo que se trae entre manos. Cada día que siga al frente del Ejecutivo autonómico es un día aciago para Canarias y los canarios. Unas Islas con dos millones de habitantes, una nación a la que solo le falta su Estado para ocupar el lugar que le corresponde en el mundo, no puede estar al albur de lo que decida un bruto político o, lo cual es peor, de lo que le dicte su esposa. Sabemos que en CC hay personas valiosas, al igual que las hay en el Gobierno autonómico. Sin embargo, no pueden hacer nada porque el déspota político impone su voluntad de manera dictatorial. ¿Cómo CC puede mantener en su cúpula a este iletrado político?
  • ¿Cómo un hombre al que políticamente solo podemos calificar de rumano, estalinista, déspota, autoritario, con ínfulas de reyezuelo y otros calificativos que hoy preferimos ahorrarnos, pacta con los perdedores solo para perpetuarse en el poder, insensible por completo al daño que le hace a Canarias y a los canarios, e incluso a su propio partido?
El abajo firmante se pregunta si algún fiscal no debería estar ya empapelando de una dichosa vez a este individuo, auténtica lacra maloliente de la sociedad tinerfeña. Es inadmisible que un día sí y otro también se profieran estos y otros insultos contra el presidente del gobierno regional y su esposa, ocupando cargos públicos tras ser elegidos de forma democrática, y nunca a la rumana como vocifera Gary Baldi. La libertad de expresión no puede amparar este continuo atropello, toda vez que se rebasan ampliamente las líneas del respeto y la convivencia, que son pilares fundamentales de este sistema democrático que ha venido a reemplazar a largas décadas de dictadura. Claro que siempre hay alguien que de estas y otras cosas aún no se quiere enterar. Como tampoco del hecho de que Paulino Rivero SIEMPRE (y no sólo ahora) ha pactado con los perdedores para estar donde está. Claro que al PP hay que dedicarle las succiones de turno, no vayamos a quedarnos sin asidero.

Paulino Rivero y Angela Mena pueden no ser los mejores o los más adecuados (de hecho, quien escribe piensa que, al menos él, no lo es), pero eso es una cosa y otra muy distinta verter sobre ellos tal torrente de descalificaciones, así como pretender (ayer y anteayer) que sean expulsados a empujones no sólo de sus cargos, sino también del archipiélago, para después añadir, en un alarde del más sucio cinismo y la peor caradura no exentos de xenofobia, que en el diario azul no se defiende la violencia, incurriendo así en flagrante y evidente MENTIRA:
  • Para salir del pozo de miseria al que nos han arrojado hay que expulsarlos del Gobierno. Paulino Rivero y su esposa no pueden seguir ocupando cargos públicos después de lo que han hecho y siguen haciendo. Hay que echarlos a empujones, lo reiteramos, no solo del partido sino del Archipiélago. El ave exótica de Ángela Mena sobra en esta tierra.
  • Es impensable que esta pareja al mejor estilo del totalitarismo rumano siga en el Archipiélago una semana más. Si no dimiten los dos de forma inmediata y se exilian, habría que echarlos a empellones pero sin violencia, porque las actitudes incívicas nunca las hemos justificado ni lo haremos jamás.
Lo único bueno del basuriento comentario de hoy es que, bien al final, se puede leer la única frase honesta (por más que rezume veneno) sobre la causa cierta de todo:

(...) nos puede el rencor porque fuimos víctimas de un atropello imperdonable, irracional y propio no solo de un déspota político sino también de alguien que no tiene dos dedos de frente. Quitarle a EL DÍA la emisora de radio más prestigiosa del Archipiélago es un crimen imperdonable que nunca olvidaremos en esta casa.

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