miércoles, 14 de diciembre de 2011

De cemento armado

Dijo en una ocasión mi admirado Arturo Pérez-Reverte que a algunos, a ciertas a edades, se les queda el rostro tal y como se lo han venido trabajando toda su vida. De consistencia pétrea, moldeado a partir de cemento armado, tan duro e impasible ante los contratiempos como carente de la virtud del sonrojo que, cuando menos, indicaría que por él circula aún la sangre. El fluido vital abandonó hace tiempo el semblente de José Esteban Rodríguez Ramírez, aka Gary Baldi (en esta humilde bitácora), aka Don Pepito (everywhere else, o sea en el resto del mundo) y ayer dio prueba de ello al no acudir al Palacio de Justicia de Las Palmas de Gran Canaria. No deja de tener enjundia la cosa, después de haber acusado por activa y por pasiva a otros de no tener clorocos (osea, gónadas) para esto o aquello. ¡Valiente capón nos ha salido el gallito! Y eso que hace cosa de un par de años, aún presumía el abuelo de testosterona. Al parecer, le ha abandonado definitivamente, qué se le va a hacer. Ley de vida.

No imaginaba yo que ayer, a pregunta de un correligionario suyo, Paulino Rivero fuese a asegurar en el Parlamento de Canarias que emprendería acciones legales contra el periódico azul, pagadas de su propio bolsillo (¡sólo faltaría!, añade un servidor). Mucho ha tardado en decidirse a dar el paso, tal vez demasiado. Y en los tiempos que corren, es muy fácil pensar que el gesto tiene más de cortina de humo para disimular sus propias tribulaciones políticas, que son muchas y amenazan con ser más aún. Motivos ha tenido, y sobrados, desde hace meses. Desde el mismo momento en que Gary Baldi le amenazó (aunque, cobarde otra vez, lo niegue hoy) con sacar a la luz papeles comprometedores para él y su familia, dando así pistoletazo de salida al rocambolesco asunto de México, el cual ha resultado hasta ahora no ser sino un burdo montaje que una juez ha obligado a rectificar, en tiempo y modo.

No era difícil prever la estrategia que iba a seguir el gran apóstol de nuestra libertad: el cántico plañidero del probe ancianito cuya delicada salud le impide presentarse a juicio, so riego de sufrir estrés, algo que juez y fiscal han rechazado de plano, y el pueril intento de justificar sus insultos hacia Carlos Sosa. Reproduzo:

Como bien expresó ayer nuestro letrado en ese juicio, chulón quiere decir, según el diccionario de la Real Academia Española, desnudo. ¿Es esto un insulto merecedor de ser sancionado con más de 100.000 euros? Capicúa significa un número que se puede leer en ambos sentidos sin que varíe la cantidad que expresa. ¿Es esto un insulto? Y mariconsón es una expresión cómica derivada de lo que le respondió Fidel Castro a un periodista que, en conversación telefónica, se hizo pasar por un político amigo suyo.

Sigue pensando el abuelete que somos gilipollas y, peor aún, nos trata como tales. A cualquiera con un mínimo de entendederas le resulta obvio que chulón es el aumentativo de chulo, es decir, de aquél que vive a costa de una prostituta (en este caso concreto, una juez). Lo de desnudo vale para El Salvador, no para estas islas. El significado preciso de capicúa, aun cuando cínicamente se pretenda disfrazar con vagas ambigüedades, sugiere bisexualidad. Y la gota que colma el vaso es pretender el sentido cómico de mariconsón, habida cuenta de las previas y torpes alusiones a la homosexualidad dictadas por Gary Baldi en persona. Este calificativo, además, se considera un gravísimo insulto en Cuba (por algo lo usó Fidel Castro contra los periodistas Enrique Santos y Joe Ferrero cuando éstos le tomaron el pelo), como nuestro magno prócer podría comprobar In situ si tuviese los clorocos necesarios. Pero qué digo... ¡si volar le produce estrés! Además, es mejor que ahorre un poco: cien mil mortadelos son mucha pasta.

Caradura, de cemento armado, cobarde e impresentable (a la par que impresentado).

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