martes, 19 de julio de 2011

Ejercer la dignificante homosexualidad

A veces, resulta descorazonador leer los patéticos intentos de Gary Baldi por defender ideas en las que en verdad no cree, sencillamente porque escapan a su comprensión y porque es incapaz de atisbar siquiera su significado, que no le cabe en la cabeza ni por su educación, por su trayectoria, por su vida y también, tristemente, por su forma de ser y de conducirse. Por eso, la interpretación que este buen señor hace a veces de la realidad chirría de modo estridente en los oídos de quien estas líneas escribe. Esta vez me refiero a la homosexualidad. Gary Baldi intentaba justificar el pasado día 16 los insultos lanzados hacia Carlos Sosa por su presunta homosexualidad del siguiente modo:

(...) esta tendencia sexual es hoy tan legítima y decorosa como cualquier otra y un orgullo gay.

De haber eliminado las tres últimas palabras, la frase habría resultado un poco más correcta; sin embargo, afirmar que la homosexualidad es un orgullo gay chirría. Eso por no entrar en detalle sobre lo adecuado de calificarla como tendencia. Pero bueno, admitamos pulpo como animal de compañía pues, en esencia, comparto la idea que, con cierta torpeza, se pretende transmitir.

Pero como el magno prócer a veces no sabe qué escribir, sus comentarios y editoriales terminan por ser más-de-lo-mismo, un mantra, un rosario repetido machaconamente en el que, como mucho, cambia el orden de los factores y alguna que otra cosilla... si acaso. Por eso me he referido en alguna ocasión a él como don erre-que-erre (Rodríguez Ramirez, después de todo). Y hoy es uno de esos días en que el editorial rezuma un penetrante olor almizclado a déja vu, un refrito de monotemas ya majados hasta la saciedad, incluyendo una nueva referencia a Carlos Sosa y a la homosexualidad, pero... ¡atención a esta perlita!:

Ya hemos alertado también de la orgía que se prepara para el 13 de diciembre en Las Palmas. (...) Un canarión chulón capicúa y mariconsón que hemos sacado del armario en el que se escondía para pasar por el macho que nunca ha sido. Y decir esto no es nada peyorativo (lo señalábamos en nuestro comentario del sábado) ya que la homosexualidad es un motivo dignificante para quienes la ejercen, según el nuevo canon político.

¿Ejercer la homosexualidad, dice? ¿Dignificante? ¿Me lo repita? La homosexualidad no se ejerce, caballero, no es comparable a una actividad profesional. La homosexualidad se vive y se siente desde que una persona toma conciencia de ella en la preadolescencia. Exactamente igual que la heterosexualidad; razón por la cual no cabe hablar de dignificante. Nadie se dignifica por ser homosexual; otra cosa bien distinta es no ser indigno por ello, ni despreciado, marginado, maltratado o humillado, cuando no brutalmente torturado o asesinado, ni ser considerado enfermo mental, tal como postulaba el viejo canon político, ese mismo al que Gary Baldi es tan afecto y que tanto añora. La dignidad nos corresponde meramente por ser personas, no por nuestro objeto de deseo sexual. ¡Cuánta razón tiene Paco Pomares cuando califica a este señor de pobre anciano sin cultura, formación o valores, o de ágrafo envanecido! Coincido con su punto de vista.

Si cree el anciano padrino de nuestro periódico favorito que llamar mariconsón a alguien no resulta peyorativo, entonces veremos el próximo 13 de diciembre si el juez opina lo mismo. Y si la vista oral va a ser una orgía, entonces también comprobaremos cómo se porta nuestro machote, y si sale de ella igual de dignificado que entró.

2 comentarios:

  1. Fantástico!!! Muchísimas gracias, Mr. White, por este pedazo de blog!!!! Saludotes.

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  2. Gracias sean dadas a tan ferviente lectora :-)

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