martes, 26 de julio de 2011

Independence Road

Últimamente, los delirios de Gary Baldi ascienden más y más deprisa por una espiral tan vertiginosa que cuesta ponerse en su lugar sin riesgo de quedar psíquicamente colapsado. En su último engendro editorial, se entremezclan una sarta de malolientes lindezas dedicadas a Carlos Sosa con una interpretación de la condición colonial de Canarias rayana en lo paranormal, especialmente cuando se consideran las vías por las cuales, según el iluminado apóstol guanchófono, retornaremos al mítico Jardín de las Hespérides:
  • Estas islas fueron, hace casi seis siglos, la primera víctima del expansionismo colonialista con el que España entró en la edad moderna. Canarias fue la primera colonia y sus habitantes, nuestros antepasados los guanches, la primera población autóctona en sufrir un genocidio a manos de los conquistadores castellanos.
  • Este Archipiélago fue la primera colonia de España, incluso de Europa, y ahora es la última. Queda Gibraltar, pero la situación es distinta ya que el Peñón pasó a manos inglesas en virtud de un tratado y no mediante una conquista sangrienta que, como en el caso de Canarias, diezmó a la población autóctona.
  • (...) [la independencia de Canarias] puede proceder de varios puntos. Puede producirse como consecuencia de una decisión reparadora con el pasado que adopte el Monarca español, puede proceder de un acuerdo de las Cortes españolas y también de una decisión de la ONU, pues aunque haya vencido el plazo establecido en la Resolución 1.514 del Comité de Descolonización de los pueblos, sigue vigente como un hecho incuestionable la situación colonial de Canarias.
  • Argumentan en contra de nuestra libertad los españolistas y los amantes de la españolidad de estas Islas que Canarias no aparece en el listado de territorios que deben ser descolonizados, pero eso sólo se debe a un error administrativo (...)
  • Asimismo (...) que proceda de los países africanos, pues África sabe que posee unas islas que le pertenecen geográficamente aunque políticamente, y debido a una situación que no puede ser más absurda, son de una nación europea.
  • (...) tampoco descartamos que la independencia de Canarias reciba su impulso final del Parlamento europeo, donde hay políticos civilizados que conocen que estas Islas son una colonia española y, en consecuencia, no forman parte de Europa.
Ninguna de estas esperanzadoras vías hacia la ansiada independencia tiene como protagonista a quien debe: el pueblo canario. Tal vez porque su inconveniente voz situó a los iluminados del MPC tras el Partido Animalista en las últimas elecciones, arropándoles con la friolera de 2728 votos frente a un censo electoral que supera el millón y medio de personas, situándoles así en la decimocuarta posición de la lista de partidos por votos; decimosexta si se incluyen el voto en blanco y el nulo (9 de cada uno de ellos por cada voto independentista). Por supuesto, esto no es extraño con semejante curriculum vitae, pues nuestro prócer sabe tanto de democracia como de lechuguinos o coles de Bruselas, siendo perfectamente capaz de clamar hoy por la independencia por decreto ajeno, y hacerlo antier mismo por el ruido de sables y el golpe militar. Sin despeinarse. Así que, ¿para qué molestarse sugiriendo algo tan incómodo como un referéndum?

Para la posteridad quedan sus majaderías sobre un genocidio que nunca existió (si los guanches fueron exterminados, ¿cómo es posible que sean nuestros antepasados?, y si fueron diezmados, ¿de quién somos entonces descendientes?), y el hecho de que el pobre funcionario de la ONU que olvidó incluir a Canarias en la lista de territorios a descolonizar (en la que, por cierto, sí figura Gibraltar), debería ser inmediatamente expulsado de su puesto de trabajo por tamaño error, y sin derecho a paro, por tornillo. ¡Hala!

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