Una de las características más notables -y, lamentablemente, frecuentes- de las editoriales y comentarios de El Día, de boca y mano de su jefazo y mandamás, es el uso de expresiones soeces para enfatizar sus, por otro lado, brillantes argumentaciones. Que nadie piense que estas expresiones convierten a su autor en un maleducado: sucede simplemente que recurre a los malos modos para dar salida a la justa indignación de un patriota. Ayer, por ejemplo, don José Rodríguez se disculpaba dos veces por el uso de estos controvertidos recursos estilísticos:
- ¿Dónde está nuestra identidad? ¿Dónde está nuestra dignidad? ¿Dónde nuestra libertad? ¿Por qué coño hemos de sufrir esta subordinación a España? Y que nos perdone el lector expresiones como esta, pero estamos indignadísimos como todos los canarios auténticos, no los odiosos amantes de la españolidad.
- ¿Qué coño le interesa al pueblo -y perdónesenos de nuevo la expresión- la renovación de los órganos parlamentarios?
- ¿En qué coño están pensando los dos diputados de CC en Madrid?
- A los dos hay que traerlos para acá de una vez porque son la mayor desgracia para la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
- Don Paulino (Rivero), tráigalos para acá cuanto antes o terminaremos todos vistiendo taparrabos. Indígenas ya somos; no permita que también vayamos con taparrabos por culpa de estas dos lumbreras políticas.
- Que se vaya a la porra esta señora, pues como diputada no sirve para nada salvo para sentir orgasmos políticos leyendo reprobaciones contra EL DÍA y la libertad de expresión e información, y también para apoderarse de la sangre de los tinerfeños; algo que quiso hacer en complicidad con un político de aquí que no vamos a nombrar porque está en horas bajas.
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