domingo, 19 de junio de 2011

Estafa dominguera

Esparábamos con gran interés lo que Gary Baldi y sus secuaces tuviesen a bien revelarnos hoy acerca de las presuntas razones por las cuales Paulino Rivero, otrora gran patriota encubierto de la causa guanchófona, no debía ser investido de nuevo como máximo mandatario del ejecutivo regional. Pero, como suele ocurrir en estos casos, el gozo en un pozo. Muchopoko Pokachicha, o sea. Que no: que de gran estallido social, de gran bombazo a lo King Africa, nada.

Expliquémonos: el gran editorial en el que el periódico azul iba a descubrir las jugosas revelaciones acerca del candidato a presidente se ha quedado en meros fuegos de artificio. Y no por falta de sacar a la palestra asuntos serios, sino por falta de novedad y vampirismo periodístico. Nada nuevo bajo el sol, en todo caso mayor difusión a lo que ya sabíamos: un documento publicado recientemente en la web Kanarileaks. Para ser más exactos, un poder notarial en virtud del cual la actual esposa del presidente en funciones, su hermana y dos personas más habrían fundado una sociedad mercantil en México por valor de 350 millones de pesos mexicanos. Eso habría ocurrido allá por el año 1997, y es ahora cuando Gary Baldi decide darle tono debidamente amplificado. El propio Rivero ha declarado hoy mismo que dicho documento es una falsificación, y exige de la Fiscalía General la oportuna investigación que aclare las cosas, en tanto que anuncia que, por su parte, tomará las medidas legales que estime oportunas en este caso.

Quien quiera puede leer el editorial pinchando aquí. No lo recomiendo más que en aras de saciar la curiosidad, que fue precisamente la razón que movió a un servidor a hacerlo. Descubrirá, una vez más, cómo pueden meterse en la misma batidora, además de los ingredientes mencionados, a Franco (generalísimo de España por la gracia de Dios), la independencia de las islas, Cubillo, los participantes del 15-M, el Partido Popular y la ley electoral de las islas en un potaje de difícil elaboración y más difícil digestión. Y todo ello sin el más leve asomo de sonrojo, como por otra parte es habitual. Pero del individuo en cuestión no podíamos esperar otra cosa.

En definitiva: lo de Kanarileaks no es nuevo, simplemente el periódico azul y su gran jefazo se han echado al monte una vez más y han decidido aplicar la táctica del ventilador, entendido como instrumento difusor de copromateria periodística. De mierda, o sea. Efectivamente, si el documento es auténtico el presidente del gobierno está obligado a dar explicaciones... como también deberían darlas el propio Gary Baldi y sus pandilleros. Si conocían estos datos, ¿por qué los hacen públicos ahora? ¿Por qué (oh, casualidad) lo hacen apeneas dos semanas después de que se hayan dado a conocer las adjudicaciones previas de emisoras de FM en las islas con grave perjuicio a importantes grupos de comunicación, entre ellos Radio El Día? ¿Por qué se lo han callado durante meses en los que no dudaban de halagar con capas saturadas de azúcar la figura del político tinerfeño? La palabra vendetta, en mi opinión, se sugiere por sí sola. Así como el hecho de que, al acusar ahora a Paulino Rivero, se ponen en evidencia a sí mismos.

Y no se pierda nadie la guinda del pastel: el famoso editorial no se dio a conocer en la edición digital del periódico azul hasta pasado el mediodía del domingo. Así que ya tendríamos una razón más para explicarnos la actitud del gran patriarca (más bien padrino) nivariense: sacar dinero a costa de la ingenuidad de sus lectores, ahora que las cosas no le van precisamente bien en lo económico, como a tantos hijos de vecino.

En resumidas cuentas: nada-de-nada-de-nada. Sólo se ha dado difusión de algo ya publicado por otros, amén de repetir las habituales consignas con las que el editor nos martiriza un día y otro y que nadie, salvo él y cuatro alunados, se pueden creer. No tendré a Paulino Rivero por un santo, claro que no, pero puestos a decidir quién tiene los cuernos más grandes, el tridente más puntiagudo, la cola más larga y la leche más agria, pocas dudas me caben.

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