lunes, 20 de junio de 2011

¿Y ahora, qué?

Están por ver qué consecuencias acarrearán los petardos que ayer lanzó al aire el editorialista más dicharachero de Barrio Sésamo. Al aire, digo y supongo, con la esperanza de que cayesen sobre las espaldas de Paulino Rivero a quien, como ya sabemos, considera ahora como padre de todos los males que en Canarias han sido y son. En contra de lo que hoy piensan algunos en Las Palmas, dudo que a Gary Baldi se le vaya a caer el escaso y ralo cabello que aún atesora, por causa de la travesura cometida. Y lo entiendo así porque, frente a lo que sostienen Carlos Sosa y su equipo, EL DÍA no ha afirmado categóricamente que el supuesto poder sea auténtico, aunque lo dejan caer a las claras. Quiero pensar que Gary Baldi no ha sido tan imbécil como para desoír a sus abogados, pues es bien consciente de sus escasas probabilidades de éxito frente a la Justicia, y ha preferido andarse por lo sibilino: si fuese cierto que..., el documento tiene visos de... y términos semejantes, en su más puro estilo de tirar el tolmo para luego esconder la mano y silbar mirando al éter, como un colegial con carita de yonofuí.

Paulino Rivero, ciertamente, no va a quedarse cruzado de brazos, pues callarse equivaldría a admitir la veracidad de las acusaciones vertidas contra su esposa y su hermana y, de rebote, contra él mismo. Pero más allá de las amenazas hechas públicas en el sentido de las acciones legales que dice que emprenderá, no creo que esto llegue demasiado lejos. Afirman los de Canarias Ahora que todos en el mundillo periodístico conocían el presunto poder de marras, pues había sido publicado hacía tiempo, pero que nadie se había atrevido a hacerse eco de la noticia por la imposibilidad de contrastar su veracidad y, por tanto, por el riesgo de exponerse a las acciones legales que de ello se derivasen. Ese mismo riesgo existía ya para los señores de Kanarileaks, quienes sí se atrevieron a publicarlo, aunque de forma anónima y llamando a los internautas para que les ayudasen, precisamente, a contrastarlo. Por tanto no es un problema de publicidad, a mi modo ver, sino de difusión: no da lo mismo que lo divulguen unos perfectos desconocidos (ahora ya no tanto gracias a este follón) que lo haga con pelos y señales el periódico de mayor tirada (pese a todo) de las islas.

Pero hay más. El mismo Paulino afirma que no va a ceder al chantaje de nadie. Y dice bien, porque de eso precisamente se trata: como me hiciste la gran puñeta con lo de las emisoras, ahora voy por a ti con lo de México y ándele, grandísimo chingado, que ahorita mismo le voy a dar en la madre, nomás. ¡Híjole! Este es poco más o menos el resumen de lo ocurrido a los ojos de cualquiera que haya seguido el culebrón. Cree el gran prócer ser sacerdote del dios Quetzalcóatl, pero puede acabar siendo víctima de su exceso. Pues de veras no me importaría ver los roles a la inversa, con Gary Baldi en el ara de los sacrificios y Paulino emplumado y con el cuchillo de obsidiana en mano, en lo que debería ser el escarmiento que las maneras de hacer y escribir de este buen señor llevan mereciendo desde hace tiempo. Pero como ya digo, dudo mucho que el dios Tláloc vierta su furia sobre nuestro megalómano Pater Canariarum.

Claro que... ¿y si me equivoco? Entonces ya puede rezarle Gary Baldi al Jesús del Gran Poder... notarial.

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