¡Qué lejos quedan ahora aquellos tiempos, cuando Gary Baldi untaba con miel de retama la figura de Paulino Rivero! De puro gusto y a continuación, habría limpiado él mismo la efigie del político a base de lametazos, hasta el último pegote. En efecto, el editorialista chicharrero no escatimó halagos hacia quien consideraba salvador de la patria. No dudó en calificarle de perspicaz, serio, honesto y patriota, esto último con carácter encubierto por mor de las circunstancias. Más tarde, y con motivo de la Cumbre Macaronésica, llegó a afirmar de él que era un político digno, eficaz y eficiente, serio y trabajador, y que se encontraba en una situación privilegiada para liderar la independencia de las islas.
Pero los pecados se pagan, y el dirigente tinerfeño ha traspasado todas las líneas permisibles a juicio del siniestro mandamás de la avenida de Buenos Aires, hoy más Robes Pierre que nunca. La gota que ha terminado por colmar el vaso ha sido, como ya comentábamos ayer, el conocimiento de la adjudicación de emisoras en el espacio canario, dada a conocer por el gobierno regional, una adjudicación que ha dejado una vez más a Gary Baldi como el Gallo de Morón: sin plumas (es decir, sin licencia de emisora, lo que supondría el cierre, entre otras, de Radio El Día) y cacareando. Es justo, sin embargo, reconocer que el divorcio entre el veterano periodista y Coalición Canaria (personalizado en Paulino Rivero) se ha gestado en distintas etapas recientes, y por causas diversas.
Primero, por hacer oídos sordos a las insistentes demandas del diario azul en pro de su obsesiva manía independentista, algo por lo que, según avanzaba el gran jefazo tiempo atrás, tendrían que maldecir al presidente canario. Decía entonces el mártir de la causa que estaban empezando a enfurecerse con el mandatario sauzalero, pues sus viajes a Madrid no tenían más propósito que mendigar prebendas para mantener el status colonial de las islas y, en el colmo del delirio, llegó a dictarle los pasos concretos que debía dar en pos de la ansiada libertad. Así y todo, aún en fecha tan reciente como el pasado mes de abril, Gary Baldi manifestaba su convencimiento de que Paulino Rivero era el Neo canario, a quien el Oráculo (osea, él mismo) había designado como el Elegido para liberar la patria canaria.
No podemos, desde luego, olvidar la firma del pacto de legislatura entre Paulino Rivero y José Luis Rodríguez Zapatero (persona a quien el ilustrísimo honra cada vez que puede con epítetos marca de la casa, pero claro, él no insulta sino ejerce la sana crítica política, aunque los jueces de vez en cuando opinen lo contrario). Un acuerdo calificado de fracaso por el gran mandamás, y que permitía al PSOE afrontar la segunda mitad de la legislatura con apoyos parlamentarios suficientes. Desde entonces, Ana Oramas y José Luis Perestelo se convirtieron en dianas idóneas para que Gary Baldi les lanzase sus dardos una y otra vez.
Y por fin, hubo que hacer responsable al presidente canario de la situación de desamparo y precariedad que muchos, por desgracia, viven hoy en nuestras islas (sin que en este caso le falte parte de razón, todo sea dicho). No faltaron las advertencias y las alarmantes previsiones de un estallido social que podría llevarse al mismo Rivero por delante, como ya ocurriera con el malogrado Luis XVI de Francia (y su esposa María Antonia). Hubo llamamientos abiertos a la dimisión del presidente... ¡cuando faltaban menos de dos meses para la elecciones locales! Pero bueno: más vale tarde que nunca.
Y empezaron las advertencias hacia Rivero y su partido. Más veladas al principio, insistentes después, hasta que por fin han desembocado en el pandemónium de ayer, auténtica ruptura del feliz matrimonio. Atrás quedan los ruegos, las adulaciones y hasta las collejas. El político eficaz y eficiente, serio, honesto, patriota, digno y trabajador ha desaparecido de la faz de la Tierra, para tornarse en un gobernante antidemócrata y totalitario, en un perfecto déspota y para más inri, inepto. Hasta tal punto llega el cabreo del magnate chicharroguanche, que ha llegado a pronunciarse en favor de José Manuel Soria como candidato a la presidencia del gobierno, pese a tratarse de un político canarión perteneciente a un partido estatista como el PP. El pretexto: que Soria ha sido el más votado. Como lo fue (añado yo) Juan Fernando López Aguilar hace una legislatura. Pero claro, aquél era socialista además de canarión.
Lo lamento por los trabajadores de Radio El Día, así como por todos aquellos que han venido desarrollando su labor radiofónica en los últimos años y que ahora resultan perjudicados por la iniciativa del gobierno regional. Por Gary Baldi y su pataleta, no. En absoluto. ¿No querías Paulino? Pues toma.
¡Buen Día! Update: Maravillosa viñeta alusiva de Padilla en la Opinión de Tenerife:
Pero los pecados se pagan, y el dirigente tinerfeño ha traspasado todas las líneas permisibles a juicio del siniestro mandamás de la avenida de Buenos Aires, hoy más Robes Pierre que nunca. La gota que ha terminado por colmar el vaso ha sido, como ya comentábamos ayer, el conocimiento de la adjudicación de emisoras en el espacio canario, dada a conocer por el gobierno regional, una adjudicación que ha dejado una vez más a Gary Baldi como el Gallo de Morón: sin plumas (es decir, sin licencia de emisora, lo que supondría el cierre, entre otras, de Radio El Día) y cacareando. Es justo, sin embargo, reconocer que el divorcio entre el veterano periodista y Coalición Canaria (personalizado en Paulino Rivero) se ha gestado en distintas etapas recientes, y por causas diversas.
Primero, por hacer oídos sordos a las insistentes demandas del diario azul en pro de su obsesiva manía independentista, algo por lo que, según avanzaba el gran jefazo tiempo atrás, tendrían que maldecir al presidente canario. Decía entonces el mártir de la causa que estaban empezando a enfurecerse con el mandatario sauzalero, pues sus viajes a Madrid no tenían más propósito que mendigar prebendas para mantener el status colonial de las islas y, en el colmo del delirio, llegó a dictarle los pasos concretos que debía dar en pos de la ansiada libertad. Así y todo, aún en fecha tan reciente como el pasado mes de abril, Gary Baldi manifestaba su convencimiento de que Paulino Rivero era el Neo canario, a quien el Oráculo (osea, él mismo) había designado como el Elegido para liberar la patria canaria.
No podemos, desde luego, olvidar la firma del pacto de legislatura entre Paulino Rivero y José Luis Rodríguez Zapatero (persona a quien el ilustrísimo honra cada vez que puede con epítetos marca de la casa, pero claro, él no insulta sino ejerce la sana crítica política, aunque los jueces de vez en cuando opinen lo contrario). Un acuerdo calificado de fracaso por el gran mandamás, y que permitía al PSOE afrontar la segunda mitad de la legislatura con apoyos parlamentarios suficientes. Desde entonces, Ana Oramas y José Luis Perestelo se convirtieron en dianas idóneas para que Gary Baldi les lanzase sus dardos una y otra vez.
Y por fin, hubo que hacer responsable al presidente canario de la situación de desamparo y precariedad que muchos, por desgracia, viven hoy en nuestras islas (sin que en este caso le falte parte de razón, todo sea dicho). No faltaron las advertencias y las alarmantes previsiones de un estallido social que podría llevarse al mismo Rivero por delante, como ya ocurriera con el malogrado Luis XVI de Francia (y su esposa María Antonia). Hubo llamamientos abiertos a la dimisión del presidente... ¡cuando faltaban menos de dos meses para la elecciones locales! Pero bueno: más vale tarde que nunca.
Y empezaron las advertencias hacia Rivero y su partido. Más veladas al principio, insistentes después, hasta que por fin han desembocado en el pandemónium de ayer, auténtica ruptura del feliz matrimonio. Atrás quedan los ruegos, las adulaciones y hasta las collejas. El político eficaz y eficiente, serio, honesto, patriota, digno y trabajador ha desaparecido de la faz de la Tierra, para tornarse en un gobernante antidemócrata y totalitario, en un perfecto déspota y para más inri, inepto. Hasta tal punto llega el cabreo del magnate chicharroguanche, que ha llegado a pronunciarse en favor de José Manuel Soria como candidato a la presidencia del gobierno, pese a tratarse de un político canarión perteneciente a un partido estatista como el PP. El pretexto: que Soria ha sido el más votado. Como lo fue (añado yo) Juan Fernando López Aguilar hace una legislatura. Pero claro, aquél era socialista además de canarión.
Lo lamento por los trabajadores de Radio El Día, así como por todos aquellos que han venido desarrollando su labor radiofónica en los últimos años y que ahora resultan perjudicados por la iniciativa del gobierno regional. Por Gary Baldi y su pataleta, no. En absoluto. ¿No querías Paulino? Pues toma.
¡Buen Día! Update: Maravillosa viñeta alusiva de Padilla en la Opinión de Tenerife:

No hay comentarios:
Publicar un comentario