El editorial del pasado domingo publicado por el Diario de Avisos, claro aviso a las huestes garybaldianas de que no les iban a pasar ni una más, trae bastante cola. Canarias Ahora, que mantiene su guerra particular con el observador popular de la avenida de Buenos Aires, se hizo eco no sólo de dicha advertencia (el pasado lunes), sino de la airada y chulesca respuesta dada por el gran jefe del tagoror blanquiazul un día después. En ella, y fiel a su estilo, nuestro veterano editorialista se servía de dos subterfugios, por otra parte, habituales: sacar pecho con sus cifras de ventas y atribuir a los demás defectos propios (lo que en psicología se llama proyección), tales como una ideología casposa y rancia (¡manda castañas!), o un servilismo hacia la figura de Paulino Rivero que él sólo mostró al practicar francés, a menudo con entusiasta dedicación.
Ahora bien: que Carlos Sosa haya terciado en la polémica entre los dos diarios santacruceros no podía quedar impune a los ojos vidriosos pero no ciegos del magno prócer. Y, tal y como hiciera con su directo competidor, dedica hoy algunos párrafos hacia el periodista grancanario, haciendo gala de su exquisitas y sutiles maneras:
Ahora bien: que Carlos Sosa haya terciado en la polémica entre los dos diarios santacruceros no podía quedar impune a los ojos vidriosos pero no ciegos del magno prócer. Y, tal y como hiciera con su directo competidor, dedica hoy algunos párrafos hacia el periodista grancanario, haciendo gala de su exquisitas y sutiles maneras:
- (...) no nos queda más remedio que dedicar las últimas líneas de este comentario a un chulón capicúa y mariconsón que persiste en defender a los fracasados y de paso, como es habitual en él, denigrar al editor de este periódico. Alguien podría pensar que es una suerte para cierto diario recibir el apoyo de este individuo, pero no es así; en realidad es una desgracia, un desdoro, ser apostillados por alguien que, en el colmo de su complejo de inferioridad, siente vergüenza de su condición de homosexual, pese a que muchos hombres y mujeres están orgullosos de ser gays o lesbianas.
- Ni una sola vez hace mención el capicúa a su naturaleza íntima en el panfleto digital que dirige. ¿Por qué esa vergüenza? ¿No deberían intervenir los organismos de igualdad y darle un topetazo de oficio? A los canarios nos jieden los jombres que son medios jembras, pero admitimos y respetamos su derecho -los tiempos han cambiado- a vivir socialmente integrados y sin sentirse estigmatizados por sus circunstancias. En tal sentido, el chulón capicúa es un individuo, lo repetimos, judicialmente perseguible.
- Apenas 48 horas después de que el editor de EL DÍA acudiese a declarar ante una jueza, ya tenía publicadas el mariconsón parte de sus declaraciones. ¿Son ahora los juzgados simples plazas de pueblo o patio de vecinos, donde cualquiera puede oír y enterarse de cuanto se dice?
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