sábado, 12 de noviembre de 2011

Doble rasero, doble moral

Dice el jefazo de nuestro periódico favorito que habla en nombre del pueblo. Afirma que en sus páginas sólo se recoge lo que se dice en la calle. Dejando a un lado cuanto pueda haber de arrogancia en esto, a mí me parece que en la santacrucera avenida de Buenos Aires escriben y opinan empleando una doble vara de medir. Y al obrar de este modo, hacen indudablemente gala de una moral tan bífida como la lengua de un reptil. Con perdón para los reptiles.

Muy recientemente, distintos medios de comunicación se han hecho eco de los contenidos de una auditoría encargada por el Cabildo tinerfeño a fin de conocer las cuentas en la gestión efectuada por quien fuera consejero de la corporación y actual candidato a senador por Tenerife, Antonio Alarcó, al frente de la Fundación Canaria para la Salud y la Sanidad. Los resultados de la auditoría, encargada a una consultora externa, no le dejan en muy buen lugar, pues se le achaca un presunto agujero de casi medio millón de euromortadelos. Al parecer, Alarcó intentó por todos los medios evitar que en el último pleno del cabildo se diera a conocer el informe de dicha auditoría, alegando que había una clara intencionalidad electoral (negativa para él y su partido, por supuesto). La Junta Electoral Central (sí, hasta ahí llegó la cosa) desoyó al mandatario del Partido Popular, y con él (el pleno) llegó el escándalo, del que se han hecho eco distintos medios de comunicación en las islas. El Día no lo ha hecho.

Al menos no directamente, porque Gary Baldi y sus pandilleros se han lanzado hoy a una defensa enconada del político tinerfeño (casualmente, colaborador asiduo del periódico, más aún desde que los políticos de Coalición Canaria dejaron de prestar sus firmas al diario azul). Si Alarcó es o no honesto, como afirman el gran jefazo y sus adláteres, tendrán que decidirlo los tribunales, si procede. Pero la cruzada garybaldiana es cuando menos difícil de entender, pese a la aparente contundencia de las cifras, en abrupto contraste con la campaña de acoso y derribo emprendida contra Paulino Rivero y su entorno, sobre la única base de un documento cuya veracidad está aún lejos de poder ser demostrada.

Habrá que recordar aquí que Gary Baldi intentó en vano detener la investidura de Rivero tras airear el affaire mexicano. Sin embargo, hoy mismo se pregunta extrañado por qué no se ha postpuesto la publicación de la auditoría del cabildo hasta después de las elecciones. Pues por mi parte, que conste lo de siempre: no pongo la mano en el fuego ni por uno (Rivero) ni por otro (Alarcó), ni tampoco me inspiran especial simpatía. Tan sólo subrayo lo contradictorio de esta situación, y me pregunto: ¿es que Gary Baldi le debe a Alarcó algo más que lealtad personal? En cualquier caso, es muy llamativa esa doble moral, derivada de esa desigual medida que el führer guanchófono aplica a los que son de su cuerda. Y a los que no.

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