miércoles, 9 de noviembre de 2011

Siguen mintiendo

Si Gary Baldi fuese Pinocho, a estas alturas ya ni podría caminar, la espalda encorvada por el peso insoportable de su apéndice nasal, elongado a fuerza de mentir, mentir y mentir. Siguen mareando la perdiz con el asunto de México, reclamando una investigación acerca de la presunta evasión de fondos públicos cometida por Angela Mena, esposa de Paulino Rivero, y dos personas más, entre las que figuraría la hermana del presidente del gobierno canario, Caridad Rivero. Como ya es de sobra conocido, esta noticia fue dada a conocer en primera instancia por el portal KanariLeaks y el diario ABC, circunstancia que El Día omitió al publicarla (¡un mes después!), dando a entender que el hallazgo era cosa suya. El Consulado General de España en México emitió certificación de que no constaba la constitución de la sociedad que, supuestamente, habría servido para blanquear el capital evadido. Doña Angela Mena, comprensiblemente encabronada tras sus intentos frustrados para que Gary Baldi publicase un escrito de rectificación, llevó a juicio al diario azul. Sólo entonces aparecieron, como por arte de magia, las fuentes originales de la noticia y la estrategia defensiva, tan torpe como falsa, quedó al descubierto: nosotros no hemos sido. La juez, que no tenía un pelo de tonta, no lo entendió así y condenó con presteza al gran jefazo y a su panfleto a rectificar, cosa que éstos han eludido de momento, elevando los recursos correspondientes. Hay otro punto que sugiere que el poder notarial mexicano es falso. En él se establece que doña Caridad Rivero Baute se identifica con su pasaporte (se aporta hasta el número del mismo), y Paulino Rivero, a través de su blog, pone a disposición pública la copia de una certificación policial, según la cual su hermana jamás ha solicitado pasaporte alguno.

Dicen hoy en El Día que, antes de publicar el famoso poder, realizaron una investigación. A la vista está su pobreza, si sólo han podido hacerse eco de lo dicho por otros, como finalmente se han visto forzados a reconocer. Otra vía más directa es pensar que, pura y simplemente, mienten. No cuesta nada imaginar que no hubo investigación y que, si la hubo y no rindió los frutos esperados, publicaron el documento, y de perdidos al río. El daño (objetivo único) ya estaría hecho y, en el peor de los casos, si la Justicia finalmente les obligase a rectificar, habría transcurrido el tiempo suficiente como para poder hacer más daño aún. Además, la contradicción es obvia: si El Día indagó y no halló nada nuevo, ¿por qué urgen a otros para que sigan investigando? ¿Tan limitados son sus medios? ¿No decían disponer de sobrada documentación? Parece más lógico pensar que han vuelto a mentir.

No es la primera vez que les llamo mentirosos, a Gary Baldi y a quienes quiera que sean sus cómplices en todo este montaje. Y no porque me mueva la simpatía hacia Paulino Rivero, su familia o su partido político (no hablo de ideología, pues no creo que eso exista), sino porque detesto las prácticas mafiosas de este sucedáneo de padrino, fascistoide y homófobo, de tres al cuarto. Así de claro. Y ya veremos si la justicia termina por dar o quitar razones, y a quién.

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