El calificativo Cara cortada (Scarface, en inglés) resuena profundamente en la historia del cine. Primero fue Howard Hawks quien lo llevó a la gran pantalla, allá por 1932, cuando hizo su versión de lo que vendría a ser la vida del entonces Capo di tutti capi, Alfonso (Al) Capone (camuflado bajo el alias Tony Camonte, e interpretado por el gran Paul Muni). Cinco décadas después sería Brian de Palma quien hiciera otro tanto, al relatar la vida de Tony Montana, personaje ficticio que, gracias a esta cinta, se convirtió en paradigma del gángster del cine moderno, merced a un imperial Alfredo (Al) Pacino, brillantemente secundado por Steve Bauer, Maria Elizabeth Mastrantonio y la siempre deslumbrante Michelle Pfeiffer.
No pretendo decir que Gary Baldi tiene negocios sucios comparables a los de los pistoleros cuyas vidas retrataron tan insignes directores. Válgame Dios. Y, desde luego, cualquier parecido de sus lugartenientes Peytaví y Chaves con la Pfeiffer y la Mastrantonio es completamente surrealista. Por tanto, no sería de recibo aplicar a nuestro insigne mandamás el mote que ostentaron los personajes de ficción, entre otras razones, además, porque su rostro, aún surcado por las grietas del tiempo inexorable, está de una pieza más allá de los pequeños cortes que haya podido producirse, por ejemplo, al afeitarse, como cualquier hijo de vecino. Pero no puedo dejar de pensar en su consistencia, pétrea como el granito más resistente, al leer estos parrafitos de su comentario publicado hoy:
Recordemos que en aquellos ya lejanos días, López Aguilar había formulado acusaciones de corrupción hacia Coalición Canaria (familiar, ¿verdad?). Paulino Rivero, siempre tan listo, se sirvió de ello como excusa para no conceder la presidencia a los socialistas. Y eso lo recogió nuestro periódico favorito, cuando Gary Baldi afirmaba tan contento que tanto valen los 19 más 15 de CC y PP como los 26 del PSC-PSOE, cuando se hacía cruces ante la posibilidad de una presidencia del PSC, o criticaba a los socialistas por anunciar una dura oposición al que iba a ser el gobierno-del-desgobierno. López Aguilar fue entonces calificado como la cara visible de la clase política canariona, alguien que según sus palabras ladraba en el desierto.
Así que tampoco lamento las perretas del mencey loco. En todo caso, insisto en pensar que, por la dureza de su rostro y la desvergüenza mostrada al medir con distinto rasero la misma realidad, se gana a pulso el calificativo que da título a esta entrada. Y eso sin entrar a discutir el tamaño de tan venerable rostro.
No pretendo decir que Gary Baldi tiene negocios sucios comparables a los de los pistoleros cuyas vidas retrataron tan insignes directores. Válgame Dios. Y, desde luego, cualquier parecido de sus lugartenientes Peytaví y Chaves con la Pfeiffer y la Mastrantonio es completamente surrealista. Por tanto, no sería de recibo aplicar a nuestro insigne mandamás el mote que ostentaron los personajes de ficción, entre otras razones, además, porque su rostro, aún surcado por las grietas del tiempo inexorable, está de una pieza más allá de los pequeños cortes que haya podido producirse, por ejemplo, al afeitarse, como cualquier hijo de vecino. Pero no puedo dejar de pensar en su consistencia, pétrea como el granito más resistente, al leer estos parrafitos de su comentario publicado hoy:
- (...) la desgracia de Canarias se consumó ayer en el Parlamento autonómico, con la políticamente infame investidura de Paulino Rivero como presidente autonómico. Nadie podrá reprocharnos que no hayamos avisado hasta la saciedad de esta tragedia que nos ha caído encima.
- ¿Van a resolverse nuestras penurias con el señor Rivero al frente del Gobierno? En modo alguno. Nuestras penurias seguirán. Y satisfechos podemos estar si siguen igual que hasta ahora, pues previsiblemente empeorarán.
- (...) lo decimos un día más, los dirigentes de CC nos han salido ranas, y el señor Rivero el mayor batracio de todos ellos.
- ¿Cómo es posible que el Parlamento de Canarias, reincidente en sus iniquidades políticas, haya puesto ayer el Gobierno de Canarias en manos del peor enemigo de las Islas y de sus habitantes?
- El Parlamento debía haber esperado hasta que se completase la información de México antes de investir como presidente a quien no lo merece.
Recordemos que en aquellos ya lejanos días, López Aguilar había formulado acusaciones de corrupción hacia Coalición Canaria (familiar, ¿verdad?). Paulino Rivero, siempre tan listo, se sirvió de ello como excusa para no conceder la presidencia a los socialistas. Y eso lo recogió nuestro periódico favorito, cuando Gary Baldi afirmaba tan contento que tanto valen los 19 más 15 de CC y PP como los 26 del PSC-PSOE, cuando se hacía cruces ante la posibilidad de una presidencia del PSC, o criticaba a los socialistas por anunciar una dura oposición al que iba a ser el gobierno-del-desgobierno. López Aguilar fue entonces calificado como la cara visible de la clase política canariona, alguien que según sus palabras ladraba en el desierto.
Así que tampoco lamento las perretas del mencey loco. En todo caso, insisto en pensar que, por la dureza de su rostro y la desvergüenza mostrada al medir con distinto rasero la misma realidad, se gana a pulso el calificativo que da título a esta entrada. Y eso sin entrar a discutir el tamaño de tan venerable rostro.
Los rostros tan duros no se agrietan... Permanecen impertérritos a lo largo del tiempo. Tampoco se ruborizan por tantas mentiras. Así les va. Saluditos.
ResponderEliminarMuy cierto, pero a unos (Charlton Heston, por ejemplo) la dureza les sienta mejor que a otros. Quizá porque nacieron con ella, mientras que otros se la han ido trabajando a lo largo de su amarga(da?) vida. Un saludote.
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