En esta ocasión no voy a reproducir ni comentar pasajes del particular ideario de nuestro bienamado prócer de la libertad guanche (guanartemes, abstenerse). ¿Y saben por qué? Porque no tengo nada nuevo que comentar. Gary Baldi ha hecho de la repetición su escudo. Desde hace semanas, sus diatribas son calcos unas de otras, con los temas de siempre, más manoseados que aquella ficticia meretriz de los Urales, que respondía por Tokisky Lasova. Paulino Rivero (a quien, puro judicial mediante, le ha sido graciosamente restituido el "don"), su esposa y partidarios, la rapiña de la Hacienda española, la independencia como bálsamo de fierabrás, Marruecos y sus insaciables apetitos, y bla, bla, bla... Sus habituales matracas son como ese plato de espaguetis hervidos sin sal que te comes sin aceite, ni orégano, ni salsa de tomate. Un día, y otro, y otro...
No soy el único que se ha hecho eco de esta monocorde y monomaníaca monotonía. En Canarias Ahora, Carlos Sosa y los suyos también ponen ese dedito en la llaga... si es que se trata de tal. Otros espacios interneteros apenas se ocupan ya de nuestro sin par caudillo por la gracia de Achamán. Natural, porque no nos da de comer. Me pregunto si obedece a una estrategia intencionada: silenciaré a mis enemigos matándoles de hambre. O tal vez se trate del santo temor a una justicia que no para de sobarle sus ancianas espaldas, a treinta mil euros la palmadita. Quién sabe. Ignoraba que los medios que se ocupan de El Día y su lampiño Gandalf fuesen tan importantes.
Pero ¿y sus lectores, amigo mío? ¿No teme matarles de aburrimiento? Mire que esas cosas se pagan, Puede que pretenda convertir en realidad la mentira repetida mil veces, pero acuérdese de aquel pastor que abusó de los aldeanos gritando aquello de que viene el lobo. Terminaron por no hacerle el menor caso. ¡Vamos, maestro! Usted puede, y debe, hacerlo mejor. Mucho mejor.
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