Sabemos del profundo respeto que nuestro apóstol siente por las Fuerzas Armadas, qué digo respeto, amor más bien. Por eso no debe extrañar a nadie la conclusión del comentario de hoy:
Llega un momento en que la democracia se desborda y se convierte en una partitocracia. Es lo que está sucediendo en España y en Canarias, pues aquí sufrimos, corregidos y aumentados, todos los males del país que nos coloniza. Por eso no dudamos en afirmar que se está haciendo necesaria, al menos temporalmente, una disciplina militar. Una intervención concreta y momentánea para restablecer el orden. Luego los uniformados habrían de volver a sus cuarteles. Sabemos que nos tacharán de antidemócratas por decir esto, aunque siempre hemos creído en la democracia y el orden, y también en la dignidad militar. En lo que no podemos creer jamás es en el desbarajuste actual, acrecentado en Canarias por nuestra situación colonial y por la necedad política de quien nos gobierna.
Nuestro afamado editorialista se guarda muy bien de aclarar qué es lo que harían los militares una vez que asumiesen el control transitorio del gobierno en las islas. Establecer el orden fue la excusa de quienes se alzaron en armas, allá por el 36, con resultado conocido. Y fue temporal, ¡vaya si lo fue! Total, casi cuarenta años de nada.
Me permito sugerir, como alternativa, que las autoridades sanitarias tomasen una decisión concreta y momentánea, cual sería el ingreso de cierto personaje en un centro de atención psiquiátrica para restablecer su orden. Mental, por supuesto, ya que hoy por hoy es todo un desbarajuste.