Después de olas, rayos y truenos viene la relativa calma, o así suele suceder. El tono del último comentario con que el gran Gary Baldi nos ha querido obsequiar este año desprende mucha más serenidad que la furibunda diatriba de ayer. Tanta, que hasta vuelve a dirigirse a Paulino Rivero como don Paulino, para lo cual han tenido que pasar meses. Bien está, y mejor estaría aún si esta actitud se prolongara en el tiempo, algo poco previsible, conocido el personaje. A cambio de relajar el tono hacia el primer mandatario de las islas, a quien vuelve a recomendar el exilio voluntario en compañía de su esposa, el magno prócer se queja de las subvenciones que el gobierno autónomo, según él, dedica ahora a un periódico local, empleando el dinero de todos incluido el suyo. Cuando era él destinatario de las jugosas subvenciones, el pecunio público estaba más que bien aprovechado, naturalmente.
Pero lo mejor es que, llevado por la pasión y el arrebato que generan en él los deseos de lograr la ansiada independencia, se nos mete a John Carter y pega un brinco interestelar:
La independencia es la única llave capaz de abrir la puerta de nuestro futuro. Siendo libres, teniendo identidad propia en Europa y en el mundo, seremos los dueños de nuestros recursos y podremos vivir como lo hacen los planetas más ricos de la Tierra.
Ya ven: nobles ambiciones de dimensión galáctica. Marte se tornará rosado de pura envidia, y haremos que Júpiter se trague su atmósfera para convertirla en flatulencias, tanto será nuestro poder. No se preocupe, amigo, todos sabemos que en realidad quería decir Sistema Solar en vez de Tierra.
En fin, dejemos a un lado a nuestro editorialista más dicharachero y delirante. Feliz año nuevo a todos. Y sí, también para él: que recupere la cordura, si es que alguna vez la tuvo.
Pero lo mejor es que, llevado por la pasión y el arrebato que generan en él los deseos de lograr la ansiada independencia, se nos mete a John Carter y pega un brinco interestelar:
La independencia es la única llave capaz de abrir la puerta de nuestro futuro. Siendo libres, teniendo identidad propia en Europa y en el mundo, seremos los dueños de nuestros recursos y podremos vivir como lo hacen los planetas más ricos de la Tierra.
Ya ven: nobles ambiciones de dimensión galáctica. Marte se tornará rosado de pura envidia, y haremos que Júpiter se trague su atmósfera para convertirla en flatulencias, tanto será nuestro poder. No se preocupe, amigo, todos sabemos que en realidad quería decir Sistema Solar en vez de Tierra.
En fin, dejemos a un lado a nuestro editorialista más dicharachero y delirante. Feliz año nuevo a todos. Y sí, también para él: que recupere la cordura, si es que alguna vez la tuvo.