jueves, 22 de diciembre de 2011

Y el Gordo de Navidad es para...

Se ha hecho pública la sentencia de la demanda planteada por Carlos Sosa frente a Gary Baldi la semana pasada. En ella, la fiscal solicitaba una indemnización de 100.000 euros por los continuos insultos proferidos por el insigne mártir de la independencia bananera hacia el periodista grancanario. La cosa ha quedado en unos 69.000 y pico, más de 11 milloncetes de las antiguas pesetas. Y la reacción del pater Canariarum no se ha hecho esperar, calificando la sentencia de injusta, asombrosa y desproporcionada y anunciando, como era de esperar, que la recurrirá. Nada que ver con lo escrito el día después del juicio:

El juicio, como decimos, se celebró. Cuando el juez dicte sentencia la acataremos. Y si no estamos conformes con ella, ejerceremos el derecho legal de recurrirla hasta donde judicialmente podamos llegar. Quedamos, por lo tanto, a la espera de la decisión del magistrado.

Pues bien, habrá que recordarle a nuestro sacrosanto defensor que acatar significa aceptar con respeto y sumisión una norma u orden, según el diccionario de la R.A.E. ¡Viva el respeto a la sentencia! Y por cierto, ya que lo menciona: el de la R.A.E. es ese mismo diccionario al que el faro de la libertad guanche pretende acogerse para hacernos creer que cuando llamaba chulón a Carlos Sosa, en realidad quería decir que andaba por ahí en cueros, y no que estaba chuleando a su pareja, en este caso a una jueza. Esto sí que es un insulto en toda regla a la inteligencia ajena (porque es falso de todo punto). Y, haciendo gala de su sin par gallardía, vuelve a insistir en que lo de mariconsón iba en plan de coña. No pasa nada, colega, fíjate tú la gracia que se me ocurrió el otro día: llamarte bujarrón, por si alguien no había entendido lo de mariconsón. Chorradas propias de la edad, tú sabes. Así que pelillos a la mar, Carlitos, no es más que una coñada, seguro que hasta tu señora lo comprende. ¡Cobarde sin entrañas, irresponsable y mentiroso, que cuando tiene que dar cuenta de lo escrito se oculta como lo haría un crío asustado tras las faldas de mamaíta! Puede que Carlos Sosa no sea un santo, pero meterse de este modo en su vida personal merece el castigo recibido.

Pero vamos a más:

Cabe recordar que en su día la revista satírica "El jueves", de forma concreta sus humoristas Guillermo Torres y Manuel Fontdevila, fueron condenados judicialmente a una multa de 3.000 euros por injurias a la Corona, al publicar una viñeta en la que se veía a los Príncipes de Asturias fornicando de manera obscena. Viñeta en la que tanto el heredero de la Corona como su esposa estaban perfectamente identificados. A José Rodríguez lo ha condenado un juez, nos dicen que miembro de Jueces por la Democracia, a 69.803,83 euros sin haber citado nominalmente a nadie. Dicho de otra forma, la dignidad de nuestro demandante vale 23 veces más que la del futuro jefe del Estado español.

Sí, esa fue la sanción por una portada de pésimo gusto. Contraproducente, pues no hizo más que estimular las ansias de muchos internautas (yo entre ellos) por conocer qué pintaban los susodichos en la portada de marras. También cabría recordar que la sanción no quedó ahí, sino que implicó también el secuestro de la edición de la revista satírica, ordenado por el juez del Olmo, con lo que la broma probablemente les salió por bastante más de 3.000 pavos. En cualquier caso, la sentencia supone un toque serio de atención a Gary Baldi y los suyos, pero sobre todo a él. Es desproporcionado insultar a alguien llamándole homosexual (o bisexual, o lo que sea) frente al empleo habitual de un diminutivo (Don Pepito) por el que el director-editor-führer-jefazo del periódico azul es conocido no ya en Gran Canaria, sino en toda Canarias. A ver si navega un poco por la red y se da cuenta de una puñetera vez, y a ver si piensa querellarse contra todo pichipata que hace uso del diminutivo de las narices. No creo que tenga los clorocos necesarios.

Esto es deprimente y amenazador; es para que tanto las personas como las empresas abandonen Canarias para siempre, porque está clarísimo que no nos dejan vivir en nuestra propia tierra. A tanto llega la tortura que nos impone el colonialismo.

Pues nada, haga usted las maletas, maestro. Y perdóneme si no voy a despedirle. Sinceramente, creo que Tenerife y Canarias estarían mucho mejor sin usted y su abyecta línea editorial. Y de paso, haga un poco de autocrítica. No se engañe, no es cuestión de colonialismo. A lo mejor, el único que insulta es usted, y encima pretende que los jueces le rían las gracias. Pues fíjese: va a ser que no. Disfrute del premio gordo, caballero, y piénselo mejor antes de meterse así con los demás, que en el peor de los casos nunca se atreven a asomar el hocico por su vida privada.

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