miércoles, 28 de diciembre de 2011

¡Paparruchas!

Si las acciones en bolsa subiesen al ritmo que lo hacen los tizonazos de Gary Baldi en sus comentarios y editoriales, sería muy fácil pegar el pelotazo del siglo en poco más de cuarenta y ocho horas, tantas como necesitó la juez Sánchez Hierro para empurarle. Ni siquiera eso que se llama espíritu de la Navidad parece apenas calentar las entrañas de nuestro singular Ebenezer Scrooge, más enrocado que nunca en sus ígneas soflamas. Lo de hoy viene a ser un greatest hits de las migrañas que le aquejan:
  • En Canarias la culpa [de la mala situación económica y social] la tiene, insistimos, quien está gobernando con trampas, pues perdió las elecciones al igual que las perdieron sus socios de Gobierno. Están gobernando sin la preparación necesaria para dedicarse a la política. Son analfabetos políticos y hasta nos atrevemos a decir que también culturales. Les falta inteligencia. Son torpes, necios y hasta déspotas. Creen que se las saben todas y no saben nada. Para salir del pozo de miseria al que nos han arrojado hay que expulsarlos del Gobierno. Paulino Rivero y su esposa no pueden seguir ocupando cargos públicos después de lo que han hecho y siguen haciendo. Hay que echarlos a empujones, lo reiteramos, no solo del partido sino del Archipiélago. El ave exótica de Ángela Mena sobra en esta tierra. ¿Cómo es posible que Canarias haya caído en manos de dos déspotas que se han creído dueños de vidas y haciendas?
  • La situación de la Justicia es otra lacra que tiene Canarias. Si alguien cree que somos exagerados, ahí está el gabinete jurídico de nuestra casa para mostrar toda una colección de sentencias inconcebibles; sentencias que son ejemplos de lo que nunca debe hacer un juez o una jueza. (...) Una justicia en manos de una jueza, de una fiscal y de un periquito que se refugia entre las faldas de ambas como un niño asustadizo y llorón. Un niñito malcriado y avergonzado de ciertos antecedentes, pero beneficiario de una radio que le quitaron a EL DÍA. También tenemos presente la sentencia contra nosotros dictada por una magistrada en menos de 24 horas; algo que dejó perplejos a todos los profesionales que realizan su cometido en los tribunales canarios. Asimismo citamos el caso de una juez que no se inhibió a la hora de dictar sentencia contra José Rodríguez, pese a que había sido denunciada por el editor de EL DÍA.
Como decía, ahí están los tres espectros que cada noche turban el sueño del caudillo de la avenida de Buenos Aires: Paulino Rivero (en tándem con su señora), Carlos Sosa (ídem, con la suya) y la Justicia (como en Fuenteovejuna: leña al mono, y todos a una). Sobre estos pilares se han sustentado la inmensa mayoría de editoriales y comentarios dictados por el mártir de la causa nivariense durante este año que ya agoniza, machacando sin piedad retinas y cerebros ajenos. Por mi humilde parte, siento la tentación de sugerirle que, tal vez, si dejara de insultar a los demás empleando ese tono mafioso y chabacano, si renunciara a la tentación de fabricar montajes como el de México, si realizara críticas inteligentes en lugar de campañas de acoso y derribo, si fuese lúcido y valiente en lugar de victimista y demagogo, si asumiera de una vez que ya ha dejado de ser un poder fáctico, si afinara el tono y la calidad de su prosa, su suerte podría ser distinta. Pero mucho me temo que, enfrentado ante esta realidad y cegado por su rabia y soberbia infinitas, el anciano limitaría su respuesta a una sola palabra:

¡Paparruchas!

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