domingo, 30 de enero de 2011

Aprende historia con Pipo

El editorial de hoy del periódico más chicharrero de Barrio Sésamo recoge, repite y hasta repica los tópicos de siempre, no sea que los lectores se despierten alguna vez de ellos. Dicen Gary Baldi y sus adláteres que el pueblo canario está narcotizado, cuando lo cierto es que son ellos quienes pretenden sumirle en la imbecilidad propia de aquellos que necesitan soma para vivir. El soma, naturalmente, vendría a ser la promesa de que una vez independientes y libres del yugo colonizador, retornaremos al Jardín de las Hespérides, todos tendremos trabajo y viviendas dignas, y nadaremos en la más plena abundancia.

Sin embargo, la susodicha pastoral de hoy se distingue por la memorable intro: una descripción somera de la Guerra de los Cien Años, un conflicto que enfrentó durante más de una centuria (al menos en eso no se equivocan) al Reino de Inglaterra y al Ducado de Borgoña por un lado, y al entonces incipiente reino de Francia, por el otro. Un detallito del editorial para la posteridad:

Fue una larga disputa entre Inglaterra y Francia por el control de las posesiones de los monarcas anglosajones en territorio galo.

Cuidándose muy bien de decir que, desde hacía siglos, los reyes de Inglaterra no eran de estirpe anglosajona sino normanda, como lo había sido Guillermo I, tras derrotar a los reyes, esta vez sí, anglosajones en la Batalla de Hastings (allá por 1066) y adueñarse de este modo del trono inglés. Por lo tanto, el Duque de Normandía (origen de los invasores normados de Inglaterra) era a la vez rey de Inglaterra, y de ahí las posesiones inglesas en territorio continental. Si uno lee la frase del diario azul sin más, podría llegar a pensar (¡Dios no lo quiera!) que los anglosajones puros desembarcaron en Francia para invadir el suelo "galo". Sobre todo cuando, tras un doble salto mortal con triple pirueta, el editorial desemboca en la conquista de Canarias, como si ambos sucesos históricos fuesen directamente equiparables.

Pero puestos a ello, saltan a la conquista de las islas como lo hacen siempre: negando la mayor y ocultando convenientemente cuanto pueda desmontarles el quiosco:

La conquista de Canarias no fue una empresa sencilla. Aunque en inferioridad en armas de guerra -pero no en valor-, nuestros padres opusieron una fuerte resistencia al invasor. Al final pudo más el acero, los arcabuces, los caballos, la pólvora y, de manera especial, la capacidad para mentir de los adelantados que venían al mando de las tropas regulares de Castilla y de los mercenarios andaluces y de otros tierras de la península, que la determinación de todo un pueblo a seguir siendo libre. En 1496, casi un siglo después de iniciada, acabó la conquista de Canarias. Desde entonces los isleños no somos los hombres y las mujeres, los niños y las niñas que corrían libremente por sus campos, que vivían en una sociedad con su estructura política y familiar. Desde entonces somos súbditos a la fuerza de los reyes de España y lacayos de los españoles.

Negar la mayor incluye, entre otras cosas, atribuir a los aborígenes una conciencia de pueblo único que jamás tuvieron, afirmar que los conquistadores solos se bastaron para la empresa (cuando es sabido que en la conquista de Tenerife, por ejemplo, participaron contingentes de aborígenes procedentes de otras islas y que ni siquiera todos los menceyatos tinerfeños se alzaron en pie de guerra contra los invasores: ya existían los "españolistas", según parece), en negar (¡faltaría más!) que somos el producto de los españoles, portugueses, franceses y berberiscos que vinieron tras los conquistadores, y del mestizaje de éstos con los aborígenes que pervivieron y permanecieron en las islas.

Y si en los tiempos que, precisamente, corren, no podremos volver a correr por los campos, no será porque seamos lacayos de nadie, sino porque casi no quedan campos por donde correr, abandonados en favor del turismo o machacados por la construcción que los señores de El Día continuamente jalean, so pretexto del progreso, no de Canarias, cuidadín, sino de Tenerife. La conclusión de la interpretación de la Historia de los monjes amanuenses de don Pepito es, como no podía ser de otro modo, la siguiente:

Las consecuencias de este abyecto sometimiento, es esta esclavitud de hecho en pleno siglo XXI, mala y torpemente disfrazada por la Metrópoli con una Constitución que nos convierte en autonomía de España, están a la vista: paro, hambre y miseria. El viernes se conocía un nuevo dato del desempleo en el país de los socialistas de Zapatero: 4.600.000 españoles no tienen trabajo según la encuesta de población activa.

Ninguna referencia a la situación boyante en la que vivíamos no hace ni cinco años, cuando cualquier ciudadano sin estudios superiores ni trabajo cualificado podía obtener fácilmente un crédito con el que comprar vivienda y vehículo, cuanto más caros mejor. Cuando los centros comerciales florecían como hongos tras la lluvia. Cuando la oferta de ocio era abrir la cartera los fines de semana, precisamente en las superficies de tiendas que reemplazaron al paseo familiar o al cine de toda la vida. ¿Eramos menos colonia entonces? Claro que no. ¿Quién nos gobernaba? El gran criptopatriota Rivero y sus pandilleros, igual que ahora. ¿Qué ha cambiado entonces para que ahora seamos tan esclavos como hace no-sé-cuántos años?

Quítenme allá la Guerra de los Cien Años, la Conquista de Canarias, la esclavitud y la p... que las parió. Llamen a las cosas por su nombre, señores, y quítense la careta de una vez.

miércoles, 19 de enero de 2011

Buenos y malos hijos

Escribía ayer (no se sabe si por propia mano o por encargo) nuestro santo apóstol de la canariedad y guancheidad oprimidas:

(...) Es de un fortísimo patriotismo y de la mayor honra, orgullo y dignidad proclamarse independentista, soberanista o nacionalista. Pero nacionalista auténtico, lo repetimos, no como un subterfugio -o refugio- para atesorar sueldos, rumiar ruindades y ejercer la corrupción a cara descubierta y con total descaro mientras el pueblo se muere de hambre en las colas de la beneficencia.

Ser independentista es el signo de la mayor honra, insistimos, que puede sentir y exhibir un canario. Ser españolista o amante de la españolidad -España será un país muy digno, pero no es el nuestro- es, por el contrario, un claro índice de mal hijo y de persona despreciativa con su propia tierra e identidad. Independencia significa rotundamente, para Canarias, el estandarte o la bandera de lo que este Archipiélago necesita, reclama y exige inmediatamente de su país opresor, que es España (...)

Claro que sí, Mr. Gary Baldi: es de buen canario seguir su cuento sin chistar y proclamarse independentista, faltaría más. Del mismo modo, es de buen canario ser lo bastante acrítico y borrego como para tomarse en serio sus proclamas de hoy como sus encendidos vivas al Caudillo de ayer. Es conveniente, sin duda, reescribir la historia y las leyes para justificar sus delirios. Es de guanchísima nobleza creerse a pies juntillas sus empalagosas loas a Paulino Rivero, Miguel Zerolo y el lucero nacionalista (pero los de verdad, ¿eh?) del alba mientras pasa de puntillas y con la nariz cuidadosamente pinzada por asuntos como Tindaya, el mamotreto, el puerto de Granadilla y tantos otros. Es de un amor sin precedentes por la patria atacar continuamente a Gran Canaria y a los canarios que allí viven con su chabacanería marca de la casa. Es digna de laureles y condecoraciones la inquina soez que despliega contra aquellos cuyo único pecado es, simplemente, no estar de acuerdo con usted o con aquellos que le obsequian con cientos de miles de euros al año. Desde luego que sí, señor mío.

¿Pero qué fuerza moral tienen usted y sus mercenarios para venir a enseñar a nadie lo que es ser buen hijo o malo?

Como cantaba Braulio quien, seguramente y siendo grancanario, tiene más de independentista que lo que usted y su comparsa tendrán nunca: Mándese a mudar / Mándese a mudar / Agarre usted el ferry, meta en él sus trastos, y no vuelva más. / Que aquí no aguantamos el tono insultante con que quiere hablar.

miércoles, 12 de enero de 2011

Pepitada en pepitoria

El comentario de ayer fue en verdad jugoso, como una buena gallina en (nunca mejor dicho) pepitoria, como esa que tan bien preparan en Casa Ciriaco, en la madrileña Calle Mayor. Al ejercicio de dudosa salud mental protagonizado por las insignes plumas del diario azul hay que añadir un desvarío que no por menos extenso debe dejar de mencionarse. Lean:

Esto [el posible e inmediato reconocimiento internacional de Sudán del sur como país independiente tras referéndum] es lo mismo que ocurrirá con Canarias cuando alcancemos nuestra independencia, aunque en Canarias no tiene por qué haber votación. El caso de nuestras Islas es distinto porque nunca hemos sido parte de España, pues somos un territorio que España, una nación situada muy lejos y en otro continente, colonizó hace casi seis siglos. Además, todavía persiste el miedo y el engaño entre la población canaria, por lo que en caso de celebrarse un referéndum es posible que el cien por cien de los ciudadanos se pronuncie a favor de seguir unidos a la Metrópoli. Pero por miedo o por narcosis, lo repetimos, no por convicción, ya que ni un solo canario auténtico piensa que es español. No obstante, conseguir la independencia de Canarias es una cuestión de dignidad, de devolución de lo que fue arrebatado y de impedir que sigan los delincuentes robando el producto del trabajo de los canarios.

Sorprendente. Sudán es un país que durante mucho tiempo, casi desde el mismo momento de su independencia en 1955, ha estado sumergido de lleno en una guerra civil tras otra, a cada cual más cruel y sanguinaria, y donde la tradición democrática ha brillado por su ausencia. Pues hete aquí que los sur-sudaneses pueden votar tranquilamente, sin miedo ni narcosis, pero los canarios, que en las últimas décadas hemos vivido muy en paz, no podemos. Aquí la solución independentista (¡jarl!) ha de aceptarse por narices, sin que medie la libre expresión de la voluntad de estas gentes (¿comórl?), eso que conocemos como democracia, sólo porque a este fiiiiiistro y a sus adláteres les da la real gana. ¿Te da cuén?

Los nacionalsocialistas se valieron en 1933 de la democracia misma para, acto seguido, liquidarla sin miramientos. Esto va más allá, incluso, del fascismo histórico, pero antes que llorar por esta Pepitada, prefiero reírme. No es peor, en absoluto, para mi salud.

¡Nooorl!

martes, 11 de enero de 2011

Proyección

Escribe hoy nuestro prócer indígena, el de genuino factor rH guanchófono (o cualquiera de sus monjes copistas, que de todo hay en la viña del señor):

No obstante, algunos no quieren ver la realidad porque les conviene a sus intereses políticos y personales proclamar que todo va bien. No quieren admitir que Canarias es una colonia porque ellos viven cómodamente al socaire del amo peninsular, al que le lamen las botas a cambio de las migajas que les echa como pago a tan ignominiosos servicios. Este es el caso de un chulón capicúa que se entretiene entreteniendo a los amos de los que es un vulgar lacayo y, de paso, engañando en su digital de pésimo gusto al pueblo canarión y al pueblo canario que todavía lee sus diatribas, aunque ya son poquísimos sus seguidores. A ese chulón hemos llegado a conocerlo sin conocerlo ni tratarlo en persona, de tal forma que nos lo sabemos de memoria. Por eso podemos decir de él que es un chulón vividor que ha perjudicado la carrera de cierta personalidad y que, además, es capicúa; dicho esto en términos políticamente correctos. Ya revelaremos un día por qué sabemos que es capicúa. Sí adelantamos que es un faltón e insultador profesional; un individuo soez que está perdiendo tiempo y dinero arremetiendo contra la gente seria, responsable, decente y mayor de edad. Es un verdadero truhan que lo mismo le da de atrás hacia delante que al revés. Un individuo que ha dado varias veces con sus huesos en los juzgados y que ha sido condenado por calumnias. Esperamos que pronto se señale la fecha de nuestra demanda (falta la querella en la que pedimos prisión), momento en el que el lector, el político, el canario y todos los ciudadanos de este Archipiélago sabrán de quién hablamos, pues hasta ahora, por prudencia profesional, no lo hemos citado a él, ni a la personalidad cuya carrera ha perjudicado de una forma infame.

En Psicología, se conoce como proyección el mecanismo defensivo por el cual se atribuyen a otras personas los defectos que nos son propios, en un intento de alejarlos y, por tanto, de negarlos. En casos extremos, la proyección deriva en ilusiones paranoides o en abierta paranoia.

En el parrafito (un decir) que nos ocupa, el blanco de la diatriba (que, según la RAE es, curiosamente, un discurso o escrito violento e injurioso contra alguien o algo) es, como ya sabemos, Carlos Sosa, director del digital Canarias Ahora, a quien Gary Baldi distingue con singular cariño. No está mal calificar al periodista grancanario de faltón e insultador profesional y a continuación llamarle en el mismo párrafo lacayo, vividor, soez, truhán (falta la tilde, don José), calumniador (uy, perdón, que eso lo han dicho los tribunales, no matemos al mensajero), además del consabido epíteto de chulón, y alguna que otra lindeza adicional (véase un poco más abajo). Desde luego, si el señor Sosa es un insultador profesional, don Pepito de la Calzada y los suyos (¡wakandemor!) no son precisamente amateurs, a tenor de lo leído. Y todo ello, atención, sin necesidad de conocerle en persona. Total, ¿para qué?

No menos singular es la afirmación de que Carlos Sosa ha dado con sus huesos en los juzgados, algo perfectamente aplicable al diario azul, curiosamente por los mismos presuntos delitos que el führer de la avenida de Buenos Aires y sus pandilleros cometen un día sí y otro también contra todos aquellos que no se pliegan ante su, llamémosle, discurso: injurias y calumnias. Y si está aún por resolver la demanda interpuesta por El Día contra el director del Canarias Ahora, también lo está, entre otras, la querella criminal promovida por Santiago Pérez contra nuestro querido periódico, adivinen por qué. O la denuncia que los ecologistas de Ben Magec (esos demonios antitinerfeños...) le han interpuesto por presuntos delitos de racismo y xenofobia (algo que también hizo la Fiscalía provincial tinerfeña). Naturalmente, sin mencionar la reprobación de que fue objeto nuestro gran periódico por el Parlamento de Canarias, merced a los comentarios tras el desastre aéreo de Barajas que en agosto de 2008 costó la vida a decenas de grancanarios. Claro que si estos procedimientos judiciales son finalmente adversos para la causa de nuestro guanchísimo y magno prócer no hará falta desvelar nada, ni siquiera apelando a la prudencia periodística. ¿O sí? Ya veremos.

Pero lo mejor de todo es la sibilina y chabacana insinuación de que Carlos Sosa es homosexual. No porque Gary Baldi sigue sin aprender, el probe, que en los tiempos que corren ello no es ya ningún desdoro para nadie, de que el señor Sosa mantiene una relación sentimental con una mujer, magistrada por más señas, y que la vida íntima de las personas hay que dejarla siempre a un lado. Es lo mejor porque me inquieta la posibilidad... de que ello pueda ser también... una proyección. Como el resto.

¿Se lo imaginan?

viernes, 7 de enero de 2011

Año nuevo, matraquilla vieja

Es costumbre, al arribar un nuevo año, hacer votos y propósitos para llevar una vida mejor. Ejemplos clásicos: dejar de fumar, adelgazar (a algunos no les queda más remedio tras los excesos navideños), aprender inglés, viajar a tal o cual sitio, etcétera. Otra cosa es su cumplimiento, claro. En el fondo el corazón, uno esperaba que don Pepe Gotera tomase ejemplo e hiciese firme voto de corregir sus errores y desmanes editoriales, pero no: míster erre-que-erre sigue fiel a sí mismo, majando imperturbable las seseras de los sufridos -o atrevidos- lectores que se asoman (nos asomamos) a sus comentarios y editoriales. Y si el año 2010 concluyó, como era de esperar, sin que nadie se haya tomado en serio a los colectivos independentistas a los que Gary Baldi acoge generosamente bajo su ala, pues no representan a nadie más que a sí mismos, el 2011 se nos promete como el año de la libertad y la república bananera que el führersito se ha propuesto conseguir. De modo que, si no lo logras a la primera, la cuestión es insistir en los habituales mantras. Léase si no el comentario de hoy, del que entresacamos estos párrafos:
  • EL PUEBLO CANARIO ya está convencido de que no es español. No lo es, aunque lo diga la Constitución española, porque está en otro continente y a muchísima distancia de España.
  • A esta realidad geográfica para no ser españoles se une la forma cruel en la que fuimos conquistados hace casi seis siglos. Con el pueblo guanche se cometió un crimen, un genocidio, que es preciso reparar sin que transcurra más tiempo, especialmente en una época como la actual en la que tan de moda está la memoria histórica. España tiene que purgar el crimen cometido con nuestros antepasados, a los que privó de sus tierras, de su libertad y, en muchos casos, también de sus vidas. Esta es la segunda razón por la que no podemos ser españoles.
  • Hoy, casi 600 años después de la conquista, los españoles nos siguen tratando de forma despótica y explotadora. Las oficinas recaudatorias de la Hacienda española cumplen la misma misión que los antiguos galeones en las colonias americanas: nos despojan de nuestros bienes y riquezas.
  • Este Archipiélago ha mantenido históricamente relaciones comerciales con países europeos, sobre todo con Inglaterra. Ahora podríamos hacer lo mismo. ¿Para qué necesitamos a España? Para nada.
  • Quién lo iba a decir en esta tierra nuestra que hasta hace poco era la envidia de cuantos nos visitaban por nuestro nivel de vida.
Osea, más de lo mismo: la consabida letanía fascistoide (no pienses, que otros ya lo hacen por ti), indigenista (no somos descendientes de guanches e inmigrantes, sólo de los guanches), ignorante (la conquista de Canarias concluyó hace poco más de 500 años), falaz (Canarias es más pobre porque nos esquilma Hacienda, no porque el turismo haya caído en picado) y cateta (ya existen relaciones comerciales con países de la UE, incluyendo el Reino Unido -que no Inglaterra, que sólo es una parte de él-).

Pero lo mejor es el final: hasta hace poco éramos la envidia del mundo por nuestro bienestar, afirma sin recato nuestro gran prócer. Pues no lo entiendo: ¿acaso no éramos una colonia? ¿O es que sólo somos colonia cuando vienen mal dadas? Si la situación colonial nos ha llevado a la ruina, ¿cuál fue la causa del tan añorado bienestar? Aquí parece haber algo (más) que no encaja.

Renovarse o morir, reza el adagio. Pues... visto lo visto, más bien parece que huele a funeral.