jueves, 29 de noviembre de 2012

El regreso de don Vito

Fresquito el pescadito:

Ya no podemos seguir actuando con la delicadeza que siempre nos ha caracterizado al hablar de Paulino Rivero, la goda política que lo acompaña y todos sus secuaces políticos. Ante la gravedad que ha alcanzado la situación en estas Islas, no tenemos más remedio que pedir la desaparición física de Rivero y sus compinches. Una desaparición urgente porque este hombre no puede quedarse en El Sauzal, ni siquiera en sus proximidades, después de lo que ha hecho.

Al menos, el capo de la familia Corleone era más sutil, ya saben: le haré una oferta que no podrá rechazar, y cosas así... Lo de la delicadeza, para enmarcar.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Un camino, dos lecturas

Como ya sabemos todos, Gary Baldi ha abrazado desde hace unos años la causa de la independencia de las islas, con la misma pasión antes mostrada hacia el Caudillo (de hecho, ese dichoso tic le juega aún malas pasadas de vez en cuando), una idea hasta entontes sólo defendida por Cubillo y unos cuantos más. Los argumentos que justificarían dicha postura incluyen la lejanía geográfica, la conquista castellana y la suerte de los ancestros aborígenes, las ansias expansionistas de Marruecos (sugerido luego como socio), el supuesto expolio económico de la administración central, los reveses judiciales y, más recientemente, nuestra irrenunciable idiosincrasia africana, antaño ignorada, cuando no criticada y repudiada. Las alusiones a la hacienda española y su rapiña de los recursos económicos canarios ya han sido rebatidas por Francisco Pomares, colaborador habitual del Diario de Avisos. Este mismo periodista sirve hoy de contraste ante la paranoia del ilustre editorialista del observador popular nivariense. Así dice hoy nuestro prócer:

(...) el canario, una vez liberado de la maligna influencia de su amo colonial, desarrolla sus capacidades como persona, que son muchas. Lo que nos aplatana es la influencia española. Los godos nos han hecho creer que somos inferiores como individuos y como pueblo. Esa ha sido la estrategia de los españoles para someternos a su dominación durante seis siglos. Esa y el miedo, porque también nos han tenido atemorizados. (...) La independencia es el camino. Es la única solución para la mayoría de los problemas que hoy nos aquejan, y que se deben en gran medida a la aplicación en estas Islas de unas leyes continentales, cuando no claramente coloniales, que no nos sirven.

Y así dice Pomares en el periódico antes citado:

La chulería de nuestros políticos cuando hablan de más autogobierno oculta el fracaso de un modelo completamente subvencionado y mantenido desde fuera. Más autogobierno -si no nos lo paga España- sería reducir el peso de lo público en Canarias a menos de la mitad. Y eso significa la mitad de escuelas, la mitad de hospitales, la mitad de cobertura para el desempleo, la mitad de dinero para pensiones. Eso sí, a cambio tendríamos un ejército propio, una moneda propia y una justicia propia, que dependerían del Gobierno local como ahora depende la guanchancha. Podríamos uniformar volcánicamente a nuestros militares, devaluar la moneda tantas veces como quisiéramos e indultar a todos nuestros golfos, sin tener que pedirle permiso a nadie. Pero ese es el sueño de Pepe Rodríguez, no el mío.

Se puede decir más alto, pero no más claro. Eso sí: con certeza, la alusión al mencey constituirá sin duda una blasfemia que encontrará respuesta en la avenida de Buenos Aires (un decir). Al tiempo.