De nuevo un varapalo judicial sobre las dobladas espaldas del gran chamán del observador popular de la avenida de Buenos Aires, el sin par Gary Baldi, si bien es de esperar que esta vez la carga le resultará más llevadera, a fuerza de compartirla con sus dos guardias pretorianos. Que no dejan que nadie se acerque al octogenario apóstol de la libertad guanche porque se bastan con su sola presencia para llenar, hasta saturarlo, el aire a su alrededor. Cómo habrá sido la cosa que el comentario de hoy, en el que manifiestan la opinión que les merece la condena, va firmado por los tres nada menos. ¡Bang!
Para tener una idea más precisa, reconstruyamos los hechos. Allá por marzo de 2008, Ricardo Peytaví se despachó a gusto contra Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca, a la sazón director del Diario de Avisos. Sin mentarlo, claro, al más puro estilo del periódico que a duras penas le alberga. En el juicio que siguió, dos periodistas actuaron como testigos de la acusación: Paco Pomares y María Luisa Arozarena, directora de RNE en Canarias hasta enero de 2009. Ello no debió de sentar muy bien en los cuarteles bonaerenses, y tal vez por ello la periodista tinerfeña pasó a ser denominada cariñosamente la perjura por Andrés Chaves. De modo que cuando Ricardo Melchior se fijó en ella hace un par de años para convertirla en jefa del gabinete de prensa del cabildo, brotaron rayos y centellas en la sede del periódico azul. Las pruebas (las que he podido encontrar): aquí, aquí, aquí, aquí y aquí. Algunos denunciaron la campaña emprendida por El Día contra Chicha (así la llaman sus allegados), otros pusieron a Andrés Chaves en su sitio, afeándole sus modos a la hora de criticar a una compañera de profesión. La afectada, por supuesto, no se quedó cruzada de brazos y, como tantos antes que ella, llevó a los difamadores a los tribunales. La cosa no dejó de tener su lado jocoso, cuando Ricardo Peytaví alegó que no podía ir a declarar a los tribunales... ¡acogiéndose al derecho de huelga! (De nuevo. ¡bang!). Y la cosa, como suele ser habitual, les ha salido torcida a los de casi siempre: 6000 mortadelos del ala, ergo el comentario plañidero. Aquí van algunos textos con la firma de Chaves:
- No sé qué le habrá visto Melchior a esta profesional mediocre del periodismo, que sesteó durante años en Radio Nacional y que, eso sí, ha crecido junto al que manda. Porque criterio tiene más bien poco. Además, se lleva fatal con algunos medios, lo que no beneficia en nada a su nuevo jefe y más con unas elecciones en puertas. Así que Richi ha sido muy torpe nombrando a Chicha/Demóstenes para el puesto que, por jubilación, deja vacante Eduardo Solís.
- Además de torpe y de mala compañera, la tal Arozarena realiza funciones de perro de presa de Ricardo Melchior, alcahuetándole todo lo que oye por los pasillos. Es decir, que ejerce una miserable labor de culichichi, palabro que en canario tiene connotaciones humorísticas. Incluso mantiene la bonita costumbre de acudir a los juzgados a demandar a compañeros -está en su derecho-, y a pedirles diez mil euros por barba para engrosar su abultada cuenta corriente; y a servir de testigo de otros, vamos a decir de una manera muy especial.
- En vez de contratar para su Gabinete a un chico/chica recién graduado, con ilusiones y ganas de trabajar, el tal Melchior cuela de rondona a una jubileta sesentona, profesionalmente más acabada que las maracas de Machín . ¿Pero es que aquí no se iba a fomentar el empleo juvenil, coño?
- La labor de esta señora en el Cabildo será plana. Quiero decir que no aportará una sola idea -como ocurrió en Radio Nacional-. Ahora, panzadas en comidas oficiales sí que se va a dar porque no perdona ni una. Este es un hecho objetivo (...)
Tiene razón el señor Chaves en una cosa: habría que fomentar el empleo juvenil, y así su propio jefe podría dar ejemplo convirtiéndole a él en jubileta anticipado por la vía del despido. Nos ahorraría entre otras cosas su verbo, escatológico y hortera donde los haya. Pero bueno, sirvan estos textos para poner en contexto los insultos proferidos a la afectada. También la han acusado de cobrar del erario público por doble vía, extremo éste que ignoro y cuya presunta ilegalidad, según parece, nadie ha podido demostrar hasta la fecha.
Ahora bien, no deja de ser curioso que en el comentario tripartito de hoy, los condenados en primera instancia digan primero esto:
- Haciendo también la excepción de comentar una sentencia, estamos de acuerdo con el magistrado cuando dice que "las palabras empleadas no pueden extraerse de su contexto y ser juzgadas independientemente del mismo".
- En cambio, sí juzga [el juez] oprobiosas otras expresiones que no queremos repetir para que no se nos acuse de reiterar la ofensa, si es que esta realmente ha tenido lugar. No las vamos a repetir pero sí diremos, y su señoría es testigo, que distan muchísimo de injurias tales como "ciénaga de indecencia", "charca de letras", "tiparraco", "ser despreciable", "personaje senil", "nazi", "xenófobo", "homófobo", "racista" y un largo etcétera proferidas contra José Rodríguez sin que ni uno solo de sus autores haya sido condenado por ello, pese a las numerosas denuncias que hemos interpuesto.