Pregunta
hoy Gary Baldi /
Robes Pierre (según qué versión nos guste más, si la italiana o la francesa):
Pero incluso a esos canarios que, presos de una grave equivocación o bajo los efectos de una narcosis inducida durante mucho tiempo -nada menos que a lo largo de casi seis siglos- se siguen considerando españoles, queremos preguntarles si no se echan las manos a la cabeza cuando ven en nuestro periódico -o en otros de menor cuantía en cuanto a número de lectores- noticias como la que sirve de eje central, de columna vertebral a este comentario. ¿Puede haber un canario que se quede indiferente ante el hambre y la miseria de sus semejantes?
Por alusiones, pues el abajo firmante se declara chicharrero, lagunero, tinerfeño, canario, español y europeo sin orden de preeminencia (en modo alguno africano, pues no comparto lengua, cultura o tradiciones con los pueblos vecinos de Africa, dicho sea con el mayor cariño y todo el respeto del mundo), me permitiré responder a la pregunta formulada, aprovechando este espacio en la red:
No, señor mío, ni me quedo ni puedo quedarme indiferente. De hecho, hago lo que está en mi mano, dentro de mis modestas posibilidades, para aliviar el mal ajeno, sin entrar a detallar más, por puro sentido del decoro. ¿Que si podría hacer algo más? Muy probablemente. Pero entiendo que terminar con todas las penurias ajenas en los tiempos que corren es algo que me sobrepasa con creces, ojalá pudiera hacerlo. Es mayor el goce de dar que el de recibir, siempre, y para saberlo sólo hace falta ponerse manos a la obra. Por cierto, ya que hablamos de eso, me pregunto: ¿qué hace usted en ese sentido? Y si no quiere dar detalles, no pasa nada.
La presencia de indigentes y personas necesitadas en las islas no es una realidad nueva, como sin duda ya sabe, pues por algo ha vivido muchos más años que yo. Yo las he visto desde que tengo uso de razón. A veces las he contemplado con lástima, a veces con severidad, las más con indiferencia (Dios me perdone por ello). Ahora bien, el quid de la cuestión no es ése, y esto también lo sabe usted bien, sino de quién tiene la culpa de la situación actual. Según sus habituales diatribas, sólo hay una causa: nuestra presunta situación colonial. No obstante, entiendo que -siempre según su punto de vista- también éramos colonia hace menos de una década, cuando las señales de ostentación material eran algo corriente entre los ciudadanos, cuando los centros comerciales rebosaban de clientes ansiosos por gastar lo que tenían y lo que no, o cuando las universidades perdían población estudiantil en beneficio del euro fácil e inmediato que abriese la tapa (o las piernas) del cuerno de la abundancia. Si nuestra supuesta condición colonial también imperaba entonces, hay algo en su razonamiento que, como mínimo, chirría.
Y de repente llegó doña Crisis para ponernos a todos las cosas más complicadas: funcionarios con sueldos recortados, empresas quebradas, expedientes de regulación de empleo por doquier y, por si todo ello fuera poco, recortes cada vez más drásticos en las ayudas sociales por parte de un gobierno que ha tenido que ir abdicando de sus postulados, forzado por la evidente realidad y, también hay que decirlo, por las reconvenciones de un entorno con mayor capacidad de decisión y peso específico. De cualquier manera, esta coyuntura que nos ha tocado vivir ha dejado claro como la luz del día que nuestra economía (la española en general y la canaria en particular) se sustentan sobre bases endebles, que todavía pagamos las terribles consecuencias del exabrupto de Unamuno (¡Que inventen ellos!), y que estamos en manos de políticos (locales y nacionales, sin distinción de color) irresponsables y necios, famélicos de poder y ciegos ante la perentoria necesidad de hacer de este país (España) y de esta tierra (Canarias) un lugar próspero y cohesionado en vez de una taifa en medio de otras, donde se valoren la investigación y el trabajo bien hecho (en vez del habitual cáncamo), respetuoso con su entorno y sus gentes, preocupado por la educación y la conciencia ciudadanas, que administre con eficacia los recursos y donde los esfuerzos se dediquen al bienestar de la mayoría. A eso usted lo llama situación colonial, yo lo llamo tragedia nacional, porque entiendo que no es exclusiva (ni, lamentablemente, endémica) de Canarias.
Esa es, en todo caso, mi respuesta. Y si necesita cualquier aclaración adicional, estaré encantado de proporcionársela.