- Si Zapatero realmente quisiera liberar a un pueblo de la opresión, comenzaría por llamar al presidente de esta Comunidad autónoma (...) y establecería un calendario de conversaciones conducentes a que estas Islas (...) se constituyan en una nación con estado. Sólo ese gesto redimiría sus muchos errores (...), tras haber ganado las elecciones dos veces mediante engaños. La primera valiéndose del dolor del pueblo español por los atentados del 11 de marzo y sus numerosísimas víctimas, y la segunda negando la crisis cuando ya estaba a la vista la peor de las crisis que han sufrido los españoles en mucho tiempo. [El Día, 25 de marzo de 2011]
- España sigue en el agujero -y cada vez en peor situación- por culpa de un político incapaz que ha ganado dos veces unas elecciones con maniobras políticamente indecentes. La primera, aprovechando la conmoción del país por los atentados terroristas del 11 de marzo; la segunda, negando una recesión que ya teníamos encima. [El Día, 4 de abril de 2011]
A este saludable ejercicio de recordatorio a la figura de ZP, supongo que dedicado a los lectores más olvidadizos, añade Gary Baldi una autocita literal y entrecomillada del primer párrafo publicada el pasado 27 de marzo. Nada como recurrir a uno mismo o a su entorno más próximo para justificarse. Algo que el jefazo aplica de maravilla cuando se apoya en las opiniones de sus propios escuderos, colaboradores o afines ideológicos, pero jamás en las que publican otros medios. Quizá porque para él simplemente no existen.
En cuanto a la repetición misma, forma parte del manual del buen propagandista: repetir una falsedad mil veces, para que así termine por convertirse en verdad. Aunque también cabe la explicación cuántica: lo que refiere el insigne patriota guanchógrafo y guanchófono es verdad... en su particular universo alternativo. Desde mi punto de vista, las afirmaciones del prócer de la patria bananera son falsas: es cierto que el PSOE ganó las elecciones de 2004 contra pronóstico, y que los atentados de Atocha tuvieron que ver en ello... por la nefasta gestión que hizo de los mismos el gobierno de José María Aznar, al atribuir por boca del entonces ministro Angel Acebes de modo tan unívoco como insistente la autoría a ETA, sabedor de que una posible intervención del terrorismo islámico (así como su relación con la foto de las Azores y la pseudointervención española en la segunda guerra del Golfo) podría ser muy contraria a sus intereses electorales, como efectivamente así fue.
Por lo que se refiere a la segunda opción, tres cuartos de lo mismo. Porque es cierto que Zapatero no quiso, no supo o no pudo ver el verdadero alcance de la crisis que se nos venía encima (no está mal para el presidente que, según dicen, ha contado con más asesores en nuestra reciente democracia), como también que descalificó a quienes alzaron la voz de la advertencia, y que ha hecho una gestión más que reprobable de la misma, desdiciéndose continuamente a sí mismo en las medidas a adoptar, medidas que han sido continuos parches en un bote de goma que sufre el ataque de un escuadrón de peces espada. Por esa razón, su partido probablemente se habría visto abocado a una hecatombe electoral sin precedentes si el líder socialista hubiese optado por repetir candidatura (algo similar a lo que ha ocurrido en Irlanda, por ejemplo). Y por muy mal gestor que haya podido ser, al menos no ha sido tan tonto (por una vez) como para inducir a su partido a jugar a la ruleta rusa.
Ahora bien, las negaciones de ZP no fueron ni mucho menos la clave de su segunda victoria electoral, como pretende el führer de la avenida de Buenos Aires, y sí, en cambio, la movilización masiva del voto de izquierda, ante la posibilidad de que la derecha más intransigente, energúmena y ultramontana de los últimos años se hiciera con el poder sobre la base del no a todo y herida en su cateto orgullo por la inesperada derrota del 2004.
Ahora bien, las negaciones de ZP no fueron ni mucho menos la clave de su segunda victoria electoral, como pretende el führer de la avenida de Buenos Aires, y sí, en cambio, la movilización masiva del voto de izquierda, ante la posibilidad de que la derecha más intransigente, energúmena y ultramontana de los últimos años se hiciera con el poder sobre la base del no a todo y herida en su cateto orgullo por la inesperada derrota del 2004.
Realidades alternativas, como ya digo. Cuidado con las simplificaciones, sobre todo cuando éstas ocultan intenciones aviesas...
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