El manual del buen deportista (que es tanto como decir del buen caballero, aunque una cosa y la otra no vayan siempre de la mano) exige saber encajar las derrotas y, aun cuando te pueda la mala leche, felicitar al rival o, cuando menos, no despreciarle. La última edición de Premio Canarias de la Comunicación ha ido a parar a manos de Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca, colaborador y antaño director del tinerfeño Diario de Avisos. Por extraño que parezca, nuestro sin par mencey guanchófono no ha catado nunca semejantes mieles lo cual, imagino, hace que su sola mención le sepa como una cucharada sopera de wasabi. Tanto así que desde hace tiempo sostiene que dicho premio carece de validez mientras no le sea otorgado. Años atrás, fue propuesto para este mérito por el cabildo tinerfeño, pero no cuajó y fueron los trabajadores de RTVE-C y RNE-C los que se llevaron el galardón. Al menos entonces, el periódico azul tuvo la valentía de felicitarles, al tiempo, eso sí, que ponía en solfa la objetividad del jurado. En 2010, cuando aún no se habían abierto las hostilidades entre el poder y el observador popular de la avenida de Buenos Aires, el premiado era el periodista tinerfeño de origen gallego José A. Pardellas Casas.
Pero hoy el gran mencey anda peleado con Paulino Rivero, y las sospechas de pucherazo van más alla de la mera insinuación, pues como es sabido, los premios son cosa del Gobierno de Canarias, en quien recae la designación del jurado que los otorga. Otro motivo extra de cabreo caprino, supongo, es que dado el carácter rotatorio de los premios, no volverá a otorgarse en la modalidad de Comunicación hasta 2016. Y claro: crece el riesgo de que tamaño manchón en el Curriculum vitae de nuestro más insigne apóstol sea tan permanente como irremediable. Y lo último de lo último es que el premio haya ido a parar a alguien que no es ni por asomo santo de la devoción garybaldiana, como ya dejó bien clarito en una de sus más infames soflamas.
Por todo esto no me sorprende el comentario de hoy, en el que se repite la burda teoría conspirativa según la cual, sus enemigos (en este caso su enemigo) le privan de un premio que merece por decreto y que no sirve de nada mientras él no lo haya alcanzado. Sin olvidar un par de puyazos al vencedor:
- El galardonado siempre mantuvo a su periódico en unas irrisorias cifras de difusión. Cuando por fin fue cesado como director -les costó convencerlo para que aceptara un cargo honorífico, del que luego también lo apearon-, la situación económica de su empresa era demoledora. (...) En definitiva, el jurado del Premio Canarias de Comunicación ha querido distinguir no al éxito sino al fracaso.
- En el ámbito social se ha premiado a una persona popularcilla en el estricto círculo de los medios, pero desconocida para el ciudadano canario en general. Una persona que no se ha integrado en la sociedad isleña, en la que nunca ha sido relevante. Un señor que no sabe escribir -hemos detectado en sus artículos faltas de sintaxis que no cometería un bachiller- y que ignora cómo expresarse en forma periodística. Un profesional que no entiende a Canarias y a los canarios porque difícilmente puede entendernos quien nunca nos ha apreciado. Salvo error u omisión, no nos consta que este individuo pertenezca a ninguna institución relevante de Tenerife o de cualquier isla. Una persona, en definitiva, que ha vivido aislada de todo lo canario desde que llegó al Archipiélago. Un arribista que vino desde la metrópoli no para vivir como un canario entre iguales, sino para ejercer una autosuficiencia de poncio que le ha llevado a perseguir con saña, incluso en los tribunales, a quienes defendemos esta tierra.
Está todo dicho. No sobre el galardonado, claro, sino sobre el de siempre, que con su actitud se califica a sí mismo, sobradamente.
¡Buen Día! Update: Así responde hoy Leopoldo Fernández a su agresor:
Mi respeto asimismo para aquellos que discrepan del fallo del jurado; todas las opiniones son legítimas y merecen deferencia. No puedo decir lo mismo de quienes cuestionan mi trayectoria profesional y buen nombre a base de odio, rencor y descalificaciones falsas de toda falsedad. En todo caso, la sabiduría ciceroniana suele decir que mejor cosa es sufrir el insulto y padecer una injuria que hacerla uno, y a ese talante me acojo
¡Buen Día! Update: Así responde hoy Leopoldo Fernández a su agresor:
Mi respeto asimismo para aquellos que discrepan del fallo del jurado; todas las opiniones son legítimas y merecen deferencia. No puedo decir lo mismo de quienes cuestionan mi trayectoria profesional y buen nombre a base de odio, rencor y descalificaciones falsas de toda falsedad. En todo caso, la sabiduría ciceroniana suele decir que mejor cosa es sufrir el insulto y padecer una injuria que hacerla uno, y a ese talante me acojo