Pensaba un servidor que a nuestro gran apóstol se la habría pasado el cabreo por la no concensión (una vez más) del Premio Canarias de Comunicación, del que se cree merecedor por derecho, no sé si humano o divino, pero derecho al fin. Pues no. Lejos de ello, el ilustrísimo guanchófono ha sufrido (un suponer) un nuevo ataque convulsivo al ver cómo su odiado Leopoldo Fernández recogía el premio el jueves pasado y, peor aún, leía el discurso en nombre suyo y de los demás galardonados.
Y para que quedase constancia de que él y sólo él merece tan alto honor (tanto así que el premio no será digno hasta que el día en que lo reciba, según ha escrito más de una vez), el susodicho se embarcó
ayer en detallar los méritos que atesora. La lista es tan prolija que no quiero aburrir a nadie reproduciéndola aquí, quien lo desee puede leerla en su origen. Tan sólo destacar dos cosas. La primera, que apenas hay distinciones relacionadas con el periodismo, lo que no deja de ser llamativo. Se trata en la mayoría de los casos de distinciones honoríficas, pero no de premios literarios o periodísticos por labores o trabajos concretos. Segundo, algunos méritos, siendo muy respetables, mueven a la compasión, cuando no a la carcajada. Por ejemplo, afirma el veterano apóstol que posee la
Insignia de Oro y Brillantes de la Afilarmónica NIFU-NIFA. Muy respetable, pero... qué quieren que les diga, yo me reí mucho al leerlo. Otra distinción alegada es un presunto doctorado
Honoris causa por la St. Lukas Academie de Alemania. Esta clase de distinciones es otorgada por universidades, que son las que invisten doctores, y no por academias. Me tomé la molestia de indagar en busca de esa institución en la red. En vano.
Tras enumerar sus muchos méritos, no duda el anciano condesteibol de los Hidalgos de Nivaria (sí, eso también) en lanzar al aire un ¿Alguien da más?, retador cual gallito dueño del corral. Y así, con el pecho inflado, concluye su pastoral lanzando barro, una vez más, al galardonado quien, según él, ha reibido el premio de manos de Paulino Rivero sólo para joderle vivo. Desde luego, si esas fueron las intenciones del presidente canario, parece que acertó de pleno.
En contraposición,
Leopoldo Fernández publicó
ayer también (qué casualidad) el texto del discurso pronunciado durante el acto de entrega de los premios. Me permito destacar estas palabras, con las que el periodista comenzó su intervención:
Ni Juana Falcón Verona, que representa a la Asociación Protectora de
Personas con Discapacidad Intelectual de Las Palmas, Aprosu, ni David
Bramwell, ni tampoco yo mismo recordamos otros méritos para haber sido
distinguidos con los Premios Canarias que nuestro amor al trabajo y
nuestra mejor disposición para contribuir al progreso de la comunidad
desde nuestro ámbito de responsabilidad personal y profesional. A
nosotros tres se nos señala como merecedores de un reconocimiento
público que, lo reiteramos, va más allá de nuestra valía y de nuestro
interés. Si Aprosu, David Bromwell y yo mismo estamos hoy aquí es porque
hemos tenido la fortuna de poder contar con la ayuda y la complicidad
de tantas y tantas personas que, a lo largo de los años, compartieron y
comparten con nosotros los objetivos de nuestro trabajo. Nos sentimos
muy cercanos a todos ellos, y de manera muy especial a nuestras familias
respectivas. Aunque sean nominativos, ningún premio es en puridad
individual en la medida en que detrás de la persona está siempre el
proyecto, la empresa, el trabajo en equipo.
¡Qué diferencia! ¿O no, señor condesteibol?