Por fin ha tenido a bien el sacrosanto
pater Canariarum arrancarse por bulerías, perdón, por folías de esas que tanto le gustan y volver a sus esperpénticos alegatos independentistas para dejar un momento en paz al presidente del gobierno canario. Un momento solo, ¿eh? Que nadie piense que ni siquiera le menciona.
Ayer ya dejó una muestra clara de sus intenciones:
Acabamos con una reflexión que desarrollaremos de forma más amplia en nuestro editorial de mañana. De nuevo un incompetente y españolista ha planteado las palabras "autodeterminación" y "referéndum" como paso previo para que Canarias se convierta en una nación soberana. Hemos dicho muchas veces que Canarias estaba autoderminada como nación antes de que se produjese la conquista, la vil invasión de las tropas regulares de Castilla y sus mercenarios. El referéndum sobre nuestra independencia no tendría valor porque ya se ha encargado España de inundarnos de peninsulares a lo largo de muchos siglos, así como de inmigrantes que votarán por la continuidad de la presencia española en esta tierra. Es decir, España se ha asegurado de que fracase cualquier referéndum para librarnos de su yugo colonial. Canarias tiene un derecho natural y propio, que emana del pueblo canario, a ser una tierra libre y a que sus habitantes vivan con identidad propia y con dignidad. Tenemos pleno derecho a recuperar nuestra libertad por medios pacíficos, y lo haremos cuando el pueblo canario supere la narcosis en la que la han sumido los españoles para someterlos.
Y
hoy, recurriendo sin vergüenza alguna al siempre complicado y comprometido arte del copia-pega, han cumplido con su amenaza:
Como adelantábamos en nuestro comentario de ayer, un incompetente y españolista ha vuelto a hablar de "autodeterminación" y "referéndum" como paso previo para que Canarias se convierta en una nación soberana. Hemos dicho muchas veces que Canarias estaba "autoderminada" como nación antes de que se produjese su conquista, la vil invasión que sufrió por parte de las tropas regulares de Castilla y sus mercenarios. Además, el referéndum sobre nuestra independencia no resultaría significativo porque ya se ha encargado España de inundarnos de peninsulares a lo largo de muchos siglos, así como de inmigrantes que votarán por la continuidad de la presencia española en esta tierra. Es decir, España ha hecho todo lo necesario para que fracase cualquier referéndum encaminado a que el pueblo diga si quiere librarse de la esclavitud colonial o seguir sometido a una nación situada en otro continente.
Por otra parte, Canarias tiene un derecho natural y propio a ser una tierra libre y a que sus habitantes vivan con identidad propia y con dignidad. Tenemos pleno derecho a recuperar nuestra libertad por medios pacíficos. El silencio del Gobierno ante los editoriales del único periódico que pide la libertad del pueblo canario es harto significativo del miedo que sienten los españoles porque saben que pronto perderán la única posesión colonial que les queda. Saben que la razón está de parte de los canarios porque este país fue invadido. Tenemos derecho a recuperar la libertad que tenían los guanches antes de que llegaran los invasores y a ser resarcidos por los cuantiosos daños que nos han causado durante seiscientos años, así como por lo mucho que han rapiñado los peninsulares de nuestras Islas. Hoy en día las oficinas de la Hacienda española siguen despojándonos del fruto de nuestro trabajo. Por lo tanto, un referéndum está fuera de lugar. Lo que procede es que quienes nos invadieron desalojen un Archipiélago que no es suyo y se acabó.
No es la primera vez que en El Día recurren a esta sarta de mentiras y sandeces para justificar lo injustificable. Si estamos diluidos en una masa de peninsulares
e inmigrantes (ojito al pelllizco xenófobo), traída ex-profeso (¡atención!) con el solo propósito de impedir nuestra libertad (¡manda
güevos!) ¿qué ha sido de los canarios genuinos? ¿Cómo se pretende que una supuesta minoría imponga su voluntad a una mayoría? Lo de nación canaria previa a la invasión es otra de las falacias favoritas del
lie-parade del insigne guanchófono azul. Que no, hombre, que Canarias no era ninguna unidad antes de la invasión, no existía nación alguna (el concepto de nación como lo entendemos hoy es muy posterior a aquellos días), que incluso dentro de una misma isla, los aborígenes vivían separados y a veces incluso enfrentados entre sí, que los hubo que participaron de mejor o peor grado en la conquista de otras islas. Que somos hijos de los guanches, sí, pero también de los españoles que vinieron detrás, y de los portugueses, franceses, británicos y berberiscos que se asentaron en estas islas a lo largo de los siglos, hasta hacer de nosotros lo que somos. Ya no hay guanches, ya no quedan. La historia les dio su lugar y, como sucedió con tantos otros pueblos que sufrieron incluso peor destino, se los quitó luego para dar paso a los que estamos hoy: a los canarios, a los españoles de Canarias.
Semejante barbaridad de corte fascistoide (la imposición por la fuerza basada en una mentira repetida mil veces), no debería ser extraña a quien siempre ha dado loas y vivas al antiguo régimen y al gobernante que rigió los destinos de este país durante casi cuarenta años. Pedirle que adopte maneras genuinamente democráticas es ya un imposible. Sin embargo, no hay que olvidar que a su lado, no sé bien si como angelito o diablillo, tiene a alguien dispuesto a susurrarle al oído la retórica oportuna, salpimentada de mentiras trasnochadas, clichés propagandistas y una buena dosis de intransigencia. Alguien de otro tiempo, que para su desgracia y ridículo no ha caído aún en la cuenta de su propia y evidente caducidad y que, recordémoslo, fue capaz de pergeñar un
proyecto de constitución para las islas en el que sus ciudadanos serían forzados a adoptar la nacionalidad canaria, pudiendo adquirir doble nacionalidad, salvo la española. Entre otros cánticos inspirados en
Lucy in the Sky with Diamonds. Alguien que ha convertido al delirio, la irrealidad y el absurdo en motores de su ideario, pero con suficiente poder de persuasión como para convencer al senil Tenique Mayor de Santa Cruz con sus cánticos de pejeverde. Que no de sirena.
¿Quién te lo dijo leré? / Ese fue
Cubillo, tururu, turú / Ese fue
Cubillo, tururu, turú.
P.D.: A veces el copiapega es imperfecto. Si el sábado Canarias ya estaba
autodeterminada, el domingo sólo estaba
autoderminada (las comillas se llevaron una sílaba por delante). De pura hambre, se diría que se comen la autodeterminación a bocado limpio.
Muy entretenida la lectura de esta entrada, aunque ahora me asaltan las dudas con el concepto de nación: se podría considerar cada menceyato como una nación? Igual se invento antes la realidad designada que la propia palabra. ACHAMAAAAN!!!! Saludos y buen día. ;-)
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