No te digo yo. Si es que parece que Gary Baldi sabía por boca de alguien que este humilde bloguero se proponía tomarse unas minivacaciones en el sur patrio peninsular. Con anterioridad a las acusaciones concretas de evasión de capitales formuladas por el padrino de la prensa tinerfeña, el pasado miércoles se marcaba esta tremenda salvajada:
NOS SIGUEN llamando muchas personas para preguntarnos por qué decimos de cierto individuo de Las Palmas, que se cree periodista pero solo es un vulgar ramplón al servicio de quien le suelta unas migajas para que mantenga abierto el mal periódico digital del que malvive, que es un chulón capicúa. De momento no lo escribimos abiertamente, pero sotto voce sí le contamos a quien nos pregunte que es un "mariconsón", como llamó Fidel Castro a un individuo que le gastó una broma por teléfono. Un cretino que ha comprometido a una jueza de Las Palmas y al que solo cabe calificar de mierda en este Archipiélago (...) el individuo de quien hablamos es, insistimos, un mariconsón de la más baja ralea; ni siquiera es una mariquita mala, como dicen en la tercera isla para referirse a los afeminados traviesos pero en el fondo inofensivos. Este es un chulón capicúa resentido, amargado y torpe; un personaje deleznable y deleznado en su propia ciudad e isla tercera porque quienes lo conocen lo desprecian; lo consideran como a una putilla callejera siempre atenta a la caída de la hoja o en busca de rastrojo. Alguien, en definitiva, que no conoce la decencia porque las personas decentes, a las que denigra con tanta asiduidad, nunca han querido saber nada de él.
¡Pues menos mal que sólo ha comentado sotto voce las cualidades del periodista en cuestión, director del digital Canarias Ahora, por más señas! Si llega a dar detalles más concretos, no me atrevo a imaginar la basura inmunda que habría vomitado en sucesivas arcadas. Claro que lo que se vomita es aquello que por una razón u otra no se ha podido digerir en condiciones normales. Y en cierto modo, lo que sale afuera es un reflejo de lo que pasa en el interior, pues cuanto más turbia y accidentada es la revoltura estomacal, peor es el resultado.
No caminaré más por la senda escatológica, pero viene muy propósito tratándose de quien se trata y, en todo caso, procuro que no suene tal como huele, no como otros. Sólo recordaré aquí que el periodista grancanario y el medio que dirige cargan habitualmente las tintas contra el Partido Popular y aquellos de sus colegas más o menos afines a la derecha política, sobre todo de Gran Canaria; deben de ser ésas las personas decentes a las que se refiere nuestro anciano führersito de la avenida de Buenos Aires (Fidel Castro dixit, por cierto).
Claro que siempre es posible rectificar, si hay voluntad para ello, pero no. Al día siguiente, aún tuvo tiempo el mencey guanchófono-sin-micrófono para revolcarse en el lodo un poco más:
Por otra parte, no sentimos haber dicho lo que hemos dicho del mariconsón. Un individuo que merece el desprecio de toda la sociedad canaria por lo daños morales que ha ocasionado a cuantos se relacionan con él, entre ellos una jueza con la que convive. Un personaje ridículo y acomplejado que, fruto de sentirse inferior a los demás, intenta ridiculizar a las personas decentes. (...) Y en cuanto al chulón capicúa, un consejo: salga del armario de una vez, ahora que EL DÍA ha abierto la puerta para que todos vean lo que hay dentro. Salga de una vez que la homosexualidad ya no está perseguida como ocurría en tiempos del generalísimo.
No cabe comentar nada más. Únicamente deseo decir desde aquí que como lagunero, tinerfeño, canario (y español, ojo) que soy y me siento, mi persona destila vergüenza de compartir, aunque sea un trozo de mi isla, con semejante individuo. Se me agria el aliento sólo de pensar en su persona, de verdad. Y así y todo, también me queda un resquicio de compasión por toda la amargura, por la negra y maloliente podredumbre que debe llevar dentro y que le brota de cuando en cuando, a modo de nauseabundas erupciones. Como ésta.
NOS SIGUEN llamando muchas personas para preguntarnos por qué decimos de cierto individuo de Las Palmas, que se cree periodista pero solo es un vulgar ramplón al servicio de quien le suelta unas migajas para que mantenga abierto el mal periódico digital del que malvive, que es un chulón capicúa. De momento no lo escribimos abiertamente, pero sotto voce sí le contamos a quien nos pregunte que es un "mariconsón", como llamó Fidel Castro a un individuo que le gastó una broma por teléfono. Un cretino que ha comprometido a una jueza de Las Palmas y al que solo cabe calificar de mierda en este Archipiélago (...) el individuo de quien hablamos es, insistimos, un mariconsón de la más baja ralea; ni siquiera es una mariquita mala, como dicen en la tercera isla para referirse a los afeminados traviesos pero en el fondo inofensivos. Este es un chulón capicúa resentido, amargado y torpe; un personaje deleznable y deleznado en su propia ciudad e isla tercera porque quienes lo conocen lo desprecian; lo consideran como a una putilla callejera siempre atenta a la caída de la hoja o en busca de rastrojo. Alguien, en definitiva, que no conoce la decencia porque las personas decentes, a las que denigra con tanta asiduidad, nunca han querido saber nada de él.
¡Pues menos mal que sólo ha comentado sotto voce las cualidades del periodista en cuestión, director del digital Canarias Ahora, por más señas! Si llega a dar detalles más concretos, no me atrevo a imaginar la basura inmunda que habría vomitado en sucesivas arcadas. Claro que lo que se vomita es aquello que por una razón u otra no se ha podido digerir en condiciones normales. Y en cierto modo, lo que sale afuera es un reflejo de lo que pasa en el interior, pues cuanto más turbia y accidentada es la revoltura estomacal, peor es el resultado.
No caminaré más por la senda escatológica, pero viene muy propósito tratándose de quien se trata y, en todo caso, procuro que no suene tal como huele, no como otros. Sólo recordaré aquí que el periodista grancanario y el medio que dirige cargan habitualmente las tintas contra el Partido Popular y aquellos de sus colegas más o menos afines a la derecha política, sobre todo de Gran Canaria; deben de ser ésas las personas decentes a las que se refiere nuestro anciano führersito de la avenida de Buenos Aires (Fidel Castro dixit, por cierto).
Claro que siempre es posible rectificar, si hay voluntad para ello, pero no. Al día siguiente, aún tuvo tiempo el mencey guanchófono-sin-micrófono para revolcarse en el lodo un poco más:
Por otra parte, no sentimos haber dicho lo que hemos dicho del mariconsón. Un individuo que merece el desprecio de toda la sociedad canaria por lo daños morales que ha ocasionado a cuantos se relacionan con él, entre ellos una jueza con la que convive. Un personaje ridículo y acomplejado que, fruto de sentirse inferior a los demás, intenta ridiculizar a las personas decentes. (...) Y en cuanto al chulón capicúa, un consejo: salga del armario de una vez, ahora que EL DÍA ha abierto la puerta para que todos vean lo que hay dentro. Salga de una vez que la homosexualidad ya no está perseguida como ocurría en tiempos del generalísimo.
No cabe comentar nada más. Únicamente deseo decir desde aquí que como lagunero, tinerfeño, canario (y español, ojo) que soy y me siento, mi persona destila vergüenza de compartir, aunque sea un trozo de mi isla, con semejante individuo. Se me agria el aliento sólo de pensar en su persona, de verdad. Y así y todo, también me queda un resquicio de compasión por toda la amargura, por la negra y maloliente podredumbre que debe llevar dentro y que le brota de cuando en cuando, a modo de nauseabundas erupciones. Como ésta.
....tener que llegar al insulto cutre, llamar enemigo de Canarias, al protagonista de denunciar numerosos casos de corrupción por el bien de nuestra democracia, etc., es penoso, y vergonzoso... ¿que siempre dispara hacia la derecha?, seguro, y muchos esperamos que algún día dispare también para la izquierda, pero es que estos artículos publicados por Gary Baldi dan pena... está de capa caída, y se va a estrellar de tal manera, que no podrá levantarse más... saludos desde el otro lado del charco
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