¿Ha defendido y defiende la señora Allende a sus compatriotas? Pensamos que no. No lo hizo, acabamos de manifestarlo, en un tema tan sensible como es la emigración abrumadora que hemos sufrido en los últimos diez o quince años, tanto de personas procedentes de Europa como de otros continentes.
Sabemos que en este punto alguien nos acusará de xenófobos y racistas, como hicieron muchos en su momento, y de forma hipócrita, con Manuel Alcaide. (...) Aunque no por decir lo que acabamos de decir respecto a la inmigración sin control podemos ser juzgados de esa forma. Todas las naciones establecen controles en sus fronteras. ¿Por qué nosotros no? ¿Por qué hemos de seguir transigiendo con esa vil política de la metrópoli que nos coloniza, consistente en que nos invadan decenas de miles, cientos de miles de foráneos para que se disuelva nuestra identidad de canarios? Y que nadie se asuste; que ningún fariseo se lleve las manos a la cabeza, ya que eso es, ni más ni menos, lo que ha estado ocurriendo en estas Islas con la anuencia de los falsos nacionalistas de CC y algunos de sus socios.
A ver: puedo estar de acuerdo en parte con este señor (sí, a veces lo estoy) por la simple razón de que las islas, meramente por ser tales y andar limitadas de recursos (empezando por el espacio físico y el agua) no tienen capacidad para acoger población sin límite alguno. El propio Paulino Rivero (hoy gato negro garybaldiano) se expresó en esos mismos términos, antes incluso de acceder a la presidencia del gobierno regional. Pero la cosa ha cambiado. Si el prócer nivariense tuviese alguna neurona en su sitio recordaría cómo, según analizaba su propio periódico a comienzos de año, el problema de la inmigración ya no es el que fue, a causa de la crisis económica que nos azota. De sentido común: ¿por qué ir a vivir donde no hay trabajo? Y no se lo pierdan: Tenerife perderá más población que la provincia hermana en 2020 según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística. Así pues, ¿hay razón para las quejas del Pater Canariarum? Obviamente, no.En cambio, es de genuino caradura, algo que a nuestro dicharachero editorialista no le cuesta nada, la soplagaitez de que el fin último de la política de inmigración y residencia es diluir la sangre canaria, esos preciados genes guanches que tanto nos distinguen. O degradar nuestra sacrosanta cultura. Esa es exactamente la misma excusa que a lo largo de la historia han esgrimido xenófobos y racistas urbi et orbe para justificar ghettos y apartheids, limpiezas étnicas, deportaciones o asesinatos en masa. Estados Unidos, Sudáfrica, Rhodesia, Alemania, los Balcanes, Ucrania, Camboya... ¿quieren que siga?
Que sí, hombre, que sí. No quiera esconderse detrás de sus años y de una presunta cultura, adquirida a base de lecturas que no ha hecho en su puñetera vida: lo que usted vocifera es racismo y xenofobia, en estado puro. Y eso es un delito. My friend.
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