¿Recuerdan esta exclamación quejumbrosa y lastimera? Tristón, se llamaba la hiena que animaba nuestras tardes infantiles junto a Leoncio, el león, pasando mil aventuras que terminaban, invariablemente, con los dos protagonistas huyendo a todo correr, mientras el infortunado cánido, viva imagen del pesimismo en contraste con su melenudo compañero, entonaba la frase que abre este post. Por afortunada casualidad, la editorial que saca a la luz el observador popular de la chicharrerísima Avenida de Buenos Aires se llama, precisamente, Leoncio Rodríguez, en honor al fundador del no menos guanchísimo rotativo. Eso da más sentido al contenido de esta humilde bitácora, o al menos así lo cree su autor.
La evocación de los entrañables personajes de dibujos animados se me vino a la mente nada más leer el comentario de hoy, según el cual en la Casa Azul son pesimistas a la fuerza, o eso dicen. En particular, tras la lectura de estos singulares párrafos:
¡Oh, Leoncio, qué desgracia, pero qué desgracia!
La evocación de los entrañables personajes de dibujos animados se me vino a la mente nada más leer el comentario de hoy, según el cual en la Casa Azul son pesimistas a la fuerza, o eso dicen. En particular, tras la lectura de estos singulares párrafos:
- Sin embargo, basta volver a nuestra portada de ayer para comprobar hasta qué punto se está deteriorando la situación económica. Como noticia principal tenemos que el aeropuerto del Sur perderá 170.000 plazas este verano. Unas previsiones que el concejal de Turismo de Adeje califica de catastróficas. En la misma noticia se informa de que, según estimaciones de la CEOE-Tenerife, este año sólo se crearán 11.000 empleos. Y seguimos de mal en peor, porque el hotel Maritim (...) plantea despedir a 73 trabajadores. Para abundamiento de males, las autoridades insulares palmeras consideran que se producirá un descenso de un cuatro por ciento en el turismo veraniego. ¿Queda más? Pues sí; todavía queda más. Nueva Rumasa suspende los pagos de diez de sus firmas.
- Y dicen algunos irónicamente que un pesimista es un optimista bien informado. También circulan como moneda corriente las opiniones de quienes nos acusan a quienes reflejamos esa realidad ineludible de magnificar las desgracias porque, para nuestros intereses, cuanto peor, mejor. Saben nuestros lectores que no es esa nuestra línea de actuación. Ni somos pesimistas, ni nos regodeamos con la desgracia propia y ajena.
- ¿Somos pesimistas o simplemente realistas por pensar de esta forma? Que lo juzguen nuestros lectores. Que lo juzgue el pueblo. En tus manos, canario, está remediar esta situación. Pronto habrá elecciones y tendrás la oportunidad de eliminar la chatarra política actual y sustituirla por nuevos hombres y mujeres, capaces de sacar del atolladero en que se encuentra a esta querida tierra nuestra, tantos siglos esclavizada.
¡Oh, Leoncio, qué desgracia, pero qué desgracia!
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