viernes, 25 de enero de 2013

Lustrando botas ajenas

Cuando se trata del ejército, el discurso de nuestro sin par mártir de la causa de la libertad guanche sufre los peores síntomas de su atolondramiento general (nunca mejor dicho). Si el otro día animaba a los militares a salir de sus cuarteles y a intervenir de modo fulminante para quitar de en medio a Paulino Rivero y a su esposa, en aras del bienestar público, ayer les dejó las botas relucientes a base de pasarles la gamuza y el cepillo. Suponemos. Lean:
  • Tampoco nos cansamos de decir que se impone la intervención del Ejército; en concreto de la Unidad Militar de Emergencias, porque (...) tenemos una olla a presión a punto de estallar. Para nosotros el Ejército es la institución más respetable que existe actualmente en España y en Canarias (...).
  • Estamos, como decimos, ante una institución extraordinaria. Aunque reclamamos la independencia de Canarias, elogiamos al Ejército porque, además de sus otras virtudes, ha demostrado que es una organización independiente. Queremos decir que ha sido ajeno por completo a la corrupción que existe en la clase política, aunque desgraciadamente debe obedecer las órdenes que recibe de los políticos.
  • Estamos con el Ejército aunque mientras obedezca a los políticos, es un Ejército de ocupación. No lo decimos en tono peyorativo sino definitorio de una situación que no deseamos. Estamos seguros de que tampoco la desean los propios mandos de las Fuerzas Armadas. No obstante, admiramos y respetamos al Ejército. En tiempos no muy remotos hemos tenido ciertos rifirrafes con generales y jefes a cuenta de la expresión "Ejército de ocupación".
  • Qué gran Ejército tiene España. Las Fuerzas Armadas son una garantía para España. Pero en Canarias no hace falta Ejército.
Dejo  a criterio del lector opinar, no ya sobre estos párrafos (que también, para quien lo desee), sino sobre la coherencia mental de quien así se expresa. Yo, desde luego, lo tengo claro. Y que conste que no tengo nada contra el ejército, pero semejante loa, empapada en baba de caracol, supera lo que uno es capaz de concebir. O hacer.

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