domingo, 20 de febrero de 2011

Nueva lección de fascismo

El editorial de hoy, largo y extenso como pocos, incluye varios detalles que no deben pasar desapercibidos, entre ellos el que sigue:
  • José Rodríguez nació en la calle San Francisco Javier, núcleo de El Toscal, y muchos parientes suyos vivieron en las calles de Santa Rosalía y San Vicente Ferrer. El propio José Rodríguez reside en la frontera del Toscal. Y no dice donde, aunque muchos lo saben, por temor a los que no simpatizan con él. Unos individuos de bajos instintos le han puesto un petardo en su vivienda y le destrozaron los tres magníficos buzones de correo que poseía, hechos con metal duro. Cosa de los demócratas.
Si lo que cuenta es cierto, y no seré yo quien lo dude, no podría por menos que simpatizar con el sagrado apóstol de nuestra patria sojuzgada. En modo alguno puedo estar de acuerdo con una actitud mafiosa y barriobajera como la de estos agresores, y es mucho peor el daño moral infligido que el material. Ahora bien, toda la simpatía que yo pueda sentir en este caso hacia el jefazo del periódico azul se diluye como un azucarillo al leer, más adelante, estas frases dedicadas una vez más (y van...) a Domingo Garí, profesor de la Universidad de La Laguna, y a la periodista grancanaria Teresa Cárdenes:
  • Igualmente podemos citar a un "profesor" que está pudriendo por dentro a la Universidad de La Laguna que insultó de forma abyecta al director de este periódico. Pese a que utilizó los calificativos más increíbles, un juez no admitió la querella. Recurrimos, el caso pasó a la Audiencia y se la devolvió al juez, que volvió a archivarlas. Aunque los calificativos empleados son de pena de muerte, su autor se fue de rositas. Una periodista canariona insultó igualmente a José Rodríguez y la absolvió una jueza al parecer amiga suya que previamente había sido denunciada por el editor de este periódico. Es decir, no se abstuvo de enjuiciar el caso, como debería haber hecho. En definitiva, una justicia que, si no se arregla, deploramos que exista.
Calificativos de pena de muerte, ya... Insisto: no puedo justificar ni jalear la violencia cometida, ni siquiera contra un apólogo del fascismo como Gary Baldi, quien sugiere ejecutar sin más a quien le insulta (cosa de demócrata, supongo), cuando él se despacha a gusto contra todo aquél que no le ríe las gracias. No puedo estar de acuerdo con los que en su día le colocaron el petardo en los buzones, pero ¡rediós! Leyendo cosas así, bien que me cuesta... no desear que en vez de petardo, fuese un barreno. Que Dios me perdone.

1 comentario:

  1. El editorial de hoy, ciertamente largo como un día sin pan, tiene, además, un comentario contradictorio sobre las milicias coloniales (por una parte las trata de fuerzas de ocupación pero por otro lado alaba su presencia en la isla).

    Sin embargo, lo que habrá hecho saltar las lagrimitas a los pacientes lectores es el "mea culpa" que entonan al decir que ellos no tienen la verdad absoluta en su poder... Im-pre-sio-nan-te.

    Saludos.

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