A pesar de que desde algunos sectores afines a la derecha política de este país (España) se critica ácida y duramente al cine de producción propia (el apoyo prestado a ZP por actores y cineastas tiene un precio), lo cierto es que nuestra industria cinematográfica ha generado no pocos títulos ciertamente memorables. No voy a enumerar la lista de mis películas españolas favoritas, tan sólo voy a servirme de una de ellas para ilustrar esta entrada. Se trata de una historia ambientada en la España del Siglo de Oro, bajo el reinado de Felipe IV, y basada en la novela cuasi-homónima de Gonzalo Torrente Ballester: (Crónica de) El Rey Pasmado. Un reparto de lujo (Gabino Diego, Javier Gurruchaga, Fernando Fernán-Gómez, Laura del Sol, Joaquim de Almeida, Juan Diego, Eusebio Poncela y María Barranco, entre otros) a las órdenes del gran Imanol Uribe. La historia, en pocas palabras, versa sobre el revuelo y las intrigas palaciegas que suceden en la corte española cuando el rey (Gabino Diego) manifiesta abiertamente su deseo de ver a su esposa (la reina Isabel de Borbón), desnuda, tras haber pasado la noche anterior en brazos de una prostituta (Marfisa), encarnada por Laura del Sol.
Uno de los personajes más importantes de la historia es el padre capuchino Germán de Villaescusa, capellán de palacio, interpretado por Juan Diego. Encarna las fuerzas vivas de la Inquisión más intransigente, fanática y supersticiosa, oponiéndose a la regia intención porque, de cumplirse ésta, Dios habría de castigar a los españoles con la pérdida de su flota a manos de los corsarios y con una severa derrota en la guerra de Flandes. O así lo entendía el hombre. Para ello, pone de su lado al Valido del rey, el conde-duque de Olivares, a quien da vida (¡y de qué manera!) Javier Gurruchaga, involucrándole así en el complot. El padre Villaescusa, mientras tanto, intentará forzar la voluntad divina, gracias a los recursos espirituales. Uno de ellos es una procesión callejera en la que el fraile salmodia en voz alta mientras un conjunto de penitentes acompañantes se flagelan a tono. Los latinajos son como sigue:
De profundis clamo ad te, ¡Domine!, ¡Domine!, audi vocem meam
Que viene a decir desde lo más profundo te invoco, Señor, Señor, escucha mi voz. La escena tiene su gracia porque, según revela su expresión, para el prelado el acto es un mero trámite, sin pasión ni fe, una letanía que se repite una, y otra, y otra vez, mientras resuenan los latigazos.
Intolerancia, intransigencia, y letanía machacona son características que, como ya saben los lectores de estas líneas, ha asumido el periódico El Día en sus soflamas panfletarias disfrazadas de editoriales. José Rodríguez no es muy distinto al padre Villaescusa en lo que a esto se refiere. Pero es que, además, el autoproclamado Denunciador Mayor de Canarias a veces invoca a las fuerzas divinas para que acudan en su auxilio. El comentario de hoy incluye las habituales letanías en pro de la independencia, ataques flagrantes a los jueces (adivinen por qué), insultos a ciertos políticos (esta vez no nombrados), el miedo al moro feroz, etcétera, etcétera. Pero incluye dos muestras de fervor religioso, de apelaciones a los recursos espirituales. ¿Tendrá José Rodríguez línea directa con el Altísimo? ¿O deberá marcar algún prefijo? Juzguen ustedes:
- (Los políticos de PP, PSOE y sus "renacuajos" son) Batracios que traicionan a Canarias y ayudan al Estado opresor a que sigan apretándoles las clavijas a los canarios. Es decir, oprimiendo al pueblo canario. Eso es un delito y un pecado. Quién sabe si algún día serán juzgados por lo que están haciendo.
- Aquí no hay otra alternativa que la humana y la divina, la divina y la humana: la independencia. La independencia, además, es el régimen político natural de una nación archipielágica como es Canarias. Quiera Dios que seamos nación antes que nos fuerce Mohamed VI a ser provincia de Marruecos aunque con autonomía total, como están haciendo con el Sahara.
(Un inciso: quedará para la posteridad la rastrera y alucinante alusión a la autonomía total que los marroquíes conceden al Sahara. Esa misma autonomía que, según parece, el gobierno y el parlamento de España le niegan a Canarias.)
Pues nada, los que crean en el iluminado verbo de Rodríguez, ya pueden quitarse la camisa y salir en procesión, azotándose cada cuatro pasos mientras el bienaventurado jefazo de El Día recita sus rezados.
¿Alguien se apunta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario