lunes, 23 de enero de 2012

¡Malditos bastados sindicalistas!

No diga liberal, diga Gary Baldi:
  • Los sindicatos que tiene España actualmente, y que posee Canarias -lo repetimos- por imposición colonial, se asemejan más a los sindicatos verticales de los tiempos del general que a las modernas organizaciones sindicales existentes en países avanzados como Francia y Alemania.
  • Nos parece una tomadura de pelo que el nuevo Gobierno haya reducido solo en un veinte por ciento la aportación que hace el Estado a unas organizaciones que solo podemos calificar de casas de acogida para vagos, dicho sea con las disculpas por delante a aquellos sindicalistas serios; que los hay, aunque sean tan escasos como los nacionalistas auténticos de CC. Esa reducción es el chocolate del loro. Hay que cortar cualquier subvención a los sindicatos desde ahora mismo. Ni un euro para estas organizaciones, ni tampoco, naturalmente, para los partidos políticos. Hasta nos atrevemos a decir que ni siquiera para las patronales, aunque no podemos olvidar que los empresarios de este país, pese a ser los que generan el empleo, han sido muy maltratados e incluso perseguidos.
  • (El) derecho al sindicalismo no puede convertirse a su vez en un abuso que tiene su faceta más perniciosa en la existencia de los comités de empresa. De nuevo estamos ante un refugio de vagos que, como hemos dicho en días anteriores, viven del esfuerzo de sus compañeros a la vez que pretenden ser, nada menos, que una empresa dentro de la empresa.
  • (...) el Gobierno de Rajoy difícilmente va a optar por el despido libre por temor a que los sindicatos saquen la gente a la calle. Pensamos que es un error, porque no se producirá una disminución del paro significativa mientras los empresarios no tengan la misma libertad para despedir que para contratar. El despido libre existe en todo el mundo civilizado menos en España, que es donde empieza África, hablando en sentido peyorativo y con perdón.
  • (...) los ya mencionados comités de empresa, [que] fomentan la práctica de la indisciplina, ponen en cuestión la autoridad del empresario, permiten la entrada de sindicalistas a insultar a la empresa dentro de la propia casa y son, lo repetimos una vez más, la casa de acogida de los gandules a los que el empresario debe mantener por obligación siendo inútiles.
Si bien es cierto que España no se caracteriza por la agilidad en materia laboral, sería bueno puntualizar que el despido libre no es una realidad universal de nuestro entorno, como pretende el gran mencey. Francia, por ejemplo, cuenta con una legislación que protege ampliamente a los trabajadores, incluyendo a los que tienen contratos temporales. Se recordará que el ex-primer ministro francés, Dominique de Villepin, intentó en 2006 introducir modalidades de contratación más flexible, lo que motivó un alud de protestas y manifestaciones en el vecino país, allí donde, al parecer, comienza Europa. En Italia el contrato es muy precario, mientras que el Reino Unido, merced a la herencia thatcheriana, tiene el régimen de contrataciones y despidos más flexible de la Unión Europea. El despido libre como tal, y dentro de la UE, sólo existe en Lituania, Austria, Países Bajos y Hungría. Un conjunto muy limitado en relación al mundo civilizado mundial.

Todo parece indicar que el alegato liberal de nuestro octogenario adalid tiene su origen en su propia alcoba (laboral y empresarial, por supuesto, en el terreno personal no entramos nunca), así que podemos hacernos una idea de la opinión que le merecen algunos de sus empleados, como también del dolor de cabeza que le producen. Abusadores. ¡Que me le van a matar a disgustos, hombre!

Tan sólo me asalta una duda: ¿a qué país se refiere? ¿A Canarias? ¿A la odiosa metrópoli que tan vilmente nos coloniza y saquea? ¿A Tenerife? ¿A Africa? Confieso que a veces me cuesta seguirle. Cosas de la incoherencia.

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