¿Se acuerdan de la familia Cebolleta? Creada por la mano de ese genial dibujante de Bruguera que fue Manolo Vázquez, reflejaba de forma satírica el común de tantas familas de la clase media baja española de la época (años 60 y 70), siempre metida en líos y apreturas de lo más variopinto. Uno de sus miembros era el abuelo, ávido por contar sus interminables batallitas de juventud al mando de un escuadrón de cipayos. Su participación en las historietas se limitaba a poco más que esto y, sin embargo, y pese ser el único personaje de la serie que carecía de nombre propio, ha terminado por sobrevivir a todos sus congéneres, quedando para la posteridad como el prototipo de incontinente verbal, obseso y cansino.
En esta isla, tenemos la (IronicMode=ON) suerte (IronicMode= OFF) de contar con otro abuelete de características similares a las del ilustre Cebolleta, del que, con todo, difiere un poco. Que se sepa, no ha participado en guerra alguna, pese a su indisimulada admiración por el ejército. Tampoco luce las barbazas del anciano ficticio. Su escuadrón de cipayos se reduce a dos personajes de limitada agilidad para montar a caballo, a juzgar por su apariencia. Y, por supuesto, tiene nombre y apellidos, aunque es más conocido por sus múltiples alias. En este humilde espacio me he referido a él casi siempre como Gary Baldi. Por lo demás, es idéntico: a poco que tiene ocasión, repite y repite y repite y repite el mismo cuento, la misma letanía, la misma batallita. Así es el comentario con el que martiriza hoy también a ésta su sufrida audiencia:
Pese a su innegable popularidad, el sino permanente del abuelo Cebolleta era, para su desgracia, ser sistemáticamente evitado e ignorado por todos. Y como reza el proverbio: aquellos que ignoran la histori(et)a, están condenados a repetirla. Aplíquese el cuento, maestro (nunca mejor dicho).
En esta isla, tenemos la (IronicMode=ON) suerte (IronicMode= OFF) de contar con otro abuelete de características similares a las del ilustre Cebolleta, del que, con todo, difiere un poco. Que se sepa, no ha participado en guerra alguna, pese a su indisimulada admiración por el ejército. Tampoco luce las barbazas del anciano ficticio. Su escuadrón de cipayos se reduce a dos personajes de limitada agilidad para montar a caballo, a juzgar por su apariencia. Y, por supuesto, tiene nombre y apellidos, aunque es más conocido por sus múltiples alias. En este humilde espacio me he referido a él casi siempre como Gary Baldi. Por lo demás, es idéntico: a poco que tiene ocasión, repite y repite y repite y repite el mismo cuento, la misma letanía, la misma batallita. Así es el comentario con el que martiriza hoy también a ésta su sufrida audiencia:
- PUBLICÁBAMOS ayer en nuestra primera página la vergonzosa imagen de varias personas haciendo cola para que les den de comer. Vergonzosa no por esas personas en sí mismas, que bastante tienen con su desgracia, sino por los déspotas y necios políticos que han permitido esta situación.
- También hay colas en el paro, que ya iremos publicando, y en los hospitales para recibir asistencia sanitaria, aunque las de los hospitales no se ven. Todas ellas tienen su origen en el mal gobierno de Paulino Rivero y de CC.
- Entre las personas más nefastas del Archipiélago tenemos que citar a Paulino, a su esposa -que gobierna en Canarias sin votos, pero gobierna formando parte de un matrimonio al peor estilo rumano-, Ana Oramas, Perestelo y los Ríos, nefastísimos todos para Canarias.
- La independencia traerá a Canarias el bienestar y la seguridad. Ningún país, ni siquiera España, podrá intervenir en Canarias, ni para extraer petróleo por su cuenta ni para nada, el día que este Archipiélago sea una nación.
- En cambio, mientras no seamos una nación con estado, cualquier país del mundo puede ocupar Canarias. El primero de ellos Marruecos, que está en condiciones de hacerlo cuando le plazca.
- Canarias posee todos los elementos necesarios para ser lo que es: una nación. Y también para ser lo que debe ser: una nación con su estado, con su constitución, con sus leyes propias y con su propia justicia.
Pese a su innegable popularidad, el sino permanente del abuelo Cebolleta era, para su desgracia, ser sistemáticamente evitado e ignorado por todos. Y como reza el proverbio: aquellos que ignoran la histori(et)a, están condenados a repetirla. Aplíquese el cuento, maestro (nunca mejor dicho).
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