lunes, 1 de agosto de 2011

¡Cobarde!

Esta humilde bitácora tiene poco más de un año de existencia. Durante ese período, el que suscribe ha tenido a bien empaparse de los comentarios y editoriales del periódico azul, escritos por obra y dictado de su jefazo indiscutible e indiscutido, faro de la libertad del pueblo guanche, azote de rapiñadores canariones e izquierdistas (intrínsecamente perversos, Pío XI dixit) y numen clarividente del tinerfeñismo de rancio abolengo. Tarea ardua y a menudo enervante, no lo niego, pero útil para entender poco a poco la forma de pensar del individuo en cuestión, sin el riesgo aparejado de quedar como aquel gomero que, intentando hipnotizar a un pez, acabó con la mente en blanco y boqueando en busca de oxígeno. Con perdón de los gomeros.

Porque ahondar en las sutilezas del modus operandi de Gary Baldi no es complicado, él mismo lo pone bien fácil como mejor sabe: repitiéndose a sí mismo de modo que, al cabo de cierto tiempo, resulta sencillo predecir cuál va a ser el siguiente movimiento. Si fuese ajedrecista, sería un verdadero chollo para cualquier principiante: tan predecible que hasta un crío podría derrotarle con facilidad en apenas diez jugadas. Esa es una de las razones por las que me produce lástima. Imagínenlo, es como el idiota (en el sentido más puramente clínico del término) que choca contra el mismo poste una y otra vez, sin darse cuenta siquiera de las heridas que se inflige a sí mismo. Por esa misma razón no me costó imaginar cuáles serían los argumentos que emplearía para defenderse de la demanda que le ha interpuesto Carlos Sosa, director de Canarias Ahora, por sus reiterados insultos. Afirmé entonces que uno de ellos (el primero de la lista) sería aducir que en ningún momento se ha mencionado el nombre del periodista grancanario, lo cual no resulta en absoluto novedoso, pues había antecedentes. Y así parece que va a suceder de nuevo:

Y eso que todavía no hemos dicho quién es el mariconsón, y menos expresa y públicamente, aún no hemos dicho su nombre, ni quién es su pareja. La demanda que ha interpuesto este individuo no tiene por objeto reparar el honor de alguien cuyo nombre nunca hemos dicho; busca, insistimos, conseguir un dinero fácil como quien gana una lotería. (...) Hasta ahora, volvemos a decirlo, nunca hemos dado nombres, pero los tendremos que dar porque la Justicia nos forzará a hacerlo. Los jueces pueden procesar por indicios, pero deben condenar con pruebas, porque condenar sin pruebas, condenar sólo por indicios, no sería justo y dañaría más a la Justicia canaria.

Desde hace unos años, he anotado mentalmente una frase atribuida a Albert Einstein y que reza más o menos así: si quieres obtener distintos resultados, haz las cosas de distinto modo. Espero que el letrado de Gary Baldi (quien ya intentó infructuosamente librar al Pater Canariarum de la comparecencia en vivo y en directo) tome buena nota de ella. Sólo me resta recordar las encendidas palabras de Francisco Pomares cuando afirmaba que Gary Baldi era (cita textual) un cobarde que teme enfrentarse a los tribunales más que a la peste bubónica. Ahí están los hechos: primero intenta escaquearse de la comparecencia alegando problemas de salud (una práctica que el infame Augusto Pinochet convirtió en arte), y ahora pretendiendo decir que no ha mencionado nombres. Pueriles alegatos que destilan una sola sustancia: miedo.

Vuelvo a coincidir con Pomares: señor mío, es usted un cobarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario