domingo, 18 de marzo de 2012

¡Vivir para ver!

La política da muchas, muchas vueltas. Una de las máximas de los entresijos de eso que se llama "el arte de gobernar" establece que el enemigo de hoy puede ser el aliado de mañana. Quizás por eso mismo jamás seré político, y no porque me importe congraciarme con antiguos enemigos, sino por todo lo contrario: no me gusta trocar en adversario a un amigo de un día para otro, ni siquiera en esta clase de ámbitos. Quizás en nuestro país el término enemigo no sea, después de todo, más que una ilusión; todos hemos sido testigos de apretones de manos entre dirigentes que, cinco minutos atrás, se habían lanzado mutuamente todo tipo de lindezas verbales.

Divagaciones aparte, el que suscribe se ha quedado cual piedra extraída de la Montaña de Tindaya al leer el exabrupto lanzado por Paulino Rivero a propósito de la licencia otorgada por el gobierno de la nación a la compañía Repsol para que proceda a sondear las bolsas de petróleo descubiertas frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote. Dice el presidente canario que Madrid trata a Canarias como una colonia, lo que no deja de ser una asombrosa -o no tanto- coincidencia con la verborrea habitual de nuestro gran gallinazo favorito y algunos de sus adláteres más próximos. ¡Vivir para ver!, pensé inmediatamente. Era de esperar que el Pater Canariarum no callase ante sus palabras, y así ha sido: hoy... ha hablado. Para decir esto:

Nos sorprende, por otra parte, que sea ahora y no antes cuando acusa Paulino Rivero al Gobierno de España de tratarnos como si fuésemos una colonia. A buenas horas viene a enterarse de una evidencia que pueden ver hasta los invidentes. ¿Será que es más necio, políticamente hablando, de lo que dice EL DÍA? Claro que nos tratan como una colonia, señor Rivero; llevan casi seis siglos haciéndolo. ¿Es que no lee este hombre nuestros editoriales? Y eso que se los ponemos en primera página, y en letras grandes, como se publican las noticias importantes.

Ya es tarde para que Paulino Rivero se nos haga independentista. El presidente del Gobierno regional es un déspota, siempre políticamente hablando, que ha perseguido profesional, política, económica y judicialmente al único periódico que clama por la liberación de estas Islas del yugo colonial. Ha tenido la desfachatez de acusar al editor y director de EL DÍA de chantajearlo. Lo ha hecho en el Parlamento de Canarias -un antro político por culpa de abusadores con el pueblo como él- y lo ha hecho también en la Radio autonómica; una emisora que pagamos todos para que esté descaradamente a su servicio. Tanto él como su mujer nos han llevado a los tribunales porque no toleran que les digamos la verdad en su cara.

Paulino Rivero tiene en las manos asuntos mucho más importantes que haberle brindado a Gary Baldi una ocasión pintiparada para arrearle otro variscazo. Desde la escalofriante tasa de paro en el archipiélago a las deficiencias cada vez más evidentes en servicios clave, pasando por amenazas como la posible supresión de la subvención a los billetes de avión para los residentes. Muchos asuntos a tratar con un gobierno central que, ciertamente, hasta ahora le ha hecho muy poco caso (Rajoy aún no le ha recibido después de tomar posesión de La Moncloa, lo que no deja de ser un feo). Tal vez el problema no es que el gobierno de Madrid trata a Canarias como una colonia, sino que le está cobrando a Rivero y a los suyos el apoyo político prestado por Coalición Canaria al anterior gobierno de ZP, así como la ruptura del gobierno de coalición con los populares de José Manuel Soria y el posterior pacto con el PSC-PSOE para conformar el actual ejecutivo autonómico. Y tampoco hay que olvidar que el congreso de Coalición Canaria está a la vuelta de la esquina, así que no es difícil pensar en este cabreo como un guiño a los sectores de su partido más próximos a tesis soberanistas.

Se ponga como se ponga nuestro presidente regional, es obvio que Canarias no puede decidir unilateralmente sobre las prospecciones petrolíferas, ni Paulino es quién para decidir lo que Repsol puede hacer o no. Ante la negativa de Moncloa a sus razones, ha optado por la pataleta, tomando un camino de consecuencias inciertas: proclamar que él y su partido son Canarias, cosa que sólo un iletrado podría tomarse en serio, pero que el viejo zorro de Jordi Pujol exprimió hasta el aburrimiento, identificando su persona y su gobierno con Cataluña.

¿Le saldrá bien la jugada? El tiempo dirá. Pero los próximos comentarios del diario azul se prometen la mar de divertidos.

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