lunes, 5 de julio de 2010

Bienaventurados los justos...

El comentario de hoy tiene por objeto ilustrar la particular visión de José Rodríguez (nombre guanche donde los haya) sobre la administración de justicia en las islas. Como siempre, la mar de jugoso (¡qué sería de este blog sin la pluma del denunciador mayor de Canarias!). Párrafos destacables, atención:
  • (...) hacemos un aparte para felicitar a la fiscal jefe de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Almendral Parra, que ha recibido la Cruz de San Raimundo de Peñafort, máxima distinción que concede el Ministerio de Justicia. A Carmen Almendral le agradecemos la calificación que hizo en su momento de un asunto judicial que nos afectaba, en el que nos exoneró de toda culpa y nos dejó en lo que somos: unos avanzados de la humanidad y de la patria.
  • Se han producido situaciones increíbles, como lo es que cinco magistrados ejercientes y domiciliados en Las Palmas se dejasen arrastrar por una prensa miserable para que condenaran, públicamente y con publicidad, a José Rodríguez. Igual que se dejó arrastrar el Parlamento de Canarias.
  • Concretamente, lo calificaron (a José Rodríguez) de racista, xenófobo, anticanarión, etcétera. Todo, como decimos, promovido por esa prensa en manos de periodistas canallescos. (...) EL DÍA y su editor no se podían quedar de brazos cruzados ante esta infamia. Por eso presentamos una queja ante el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que inició una investigación sobre los cinco magistrados. Éstos alegaron lo que estimaron conveniente para eludir una acción sancionadora. El CGPJ, tal vez por corporativismo, los absolvió.
  • Insistimos en que EL DÍA no tiene nada contra la Justicia. Bueno fuera. Le tiene respeto y temor.
  • Citamos dos ejemplos para ilustrar lo que decimos. Son casos elegidos entre los varios que nos afectan. En concreto, nos referimos a dos querellas. Una es la presentada por nosotros contra determinado profesor de la desgraciada Universidad de La Laguna -desgraciada porque alberga a este sujeto, así como a otros enemigos de Tenerife- que calificó a José Rodríguez de miserable, además de dedicarle una docena más de epítetos injuriosos, calumniosos, infamantes y difamatorios. Sin embargo, una jueza no admitió a trámite esta demanda porque, según parece, este profesor tiene patente de corso para expresarse como le dé la gana. (...) El otro ejemplo es el de una querella puesta contra nosotros por un político tinerfeño fracasado. Un señor al que hemos criticado muchas veces en su faceta política, al igual que lo hemos hecho con otras personas dedicadas a la actividad pública tal vez con más asiduidad que la empleada con don Santiago Pérez; que es el político al que nos referimos.
Osea: que José Rodríguez teme a la justicia (¡bueno fuera!), lo suficiente como para atribuir abiertamente un delito de prevaricación al Consejo General del Poder Judicial, con dos gónadas bien puestas (¿quién dijo temor?). Los magistrados carecen de criterio propio, toda vez que sus decisiones dependen de la prensa de Gran Canaria. Cuando José Rodríguez recibe epítetos tan cariñosos como los que él profesa un día sí y otro también (como cuando califica a un colega periodista de canallesco, con lo que demuestra que el corporativismo no va con él, ¡bravo!), se le difama; cuando es él quien dedica sus atenciones a Santiago Pérez, a Domingo Garí (el profesor de la "desgraciada" ULL), a Carmen Gaspar, Ana Oramas o José Luis Perestelo, simplemente está ejerciendo su intocable derecho a la libertad de expresión. Y los jueces que así no lo entiendan están a sueldo del siniestro sanedrín de la isla vecina. Naturalmente.

En conclusión: dime cómo sentencias, y te diré qué clase de juez eres. Ah, por cierto: no sé a qué viene felicitar a Carmen Almendral por haber recibido una distinción de un ministerio español, ese país que nos esclaviza, nos explota y nos somete a todo tipo de vejaciones. Lo elegante (a la par que patriota, ¿no?) sería que la aludida devolviese su distinción sin más. A no ser, claro está, que el acto de besamanos en agradecimiento por una oportuna sentencia absolutoria esté por encima del patriotismo. Lo cual, naturalmente, da una medida fiel del sentido patriótico del editor y director de El Día.

Amén.

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