Sigue el bueno de José Rodríguez obsequiándonos día a día con sus jugosas editoriales, modelo de sentido común, equilibrio, mesura y, sobre todo, culta y bella prosa. Y que, todo hay que decirlo, nunca son monotemáticas. Porque al socaire de un título determinado aparecen churras en un rebaño que uno creía formado por merinas. Y quien así dice observa que, de pronto y casi sin venir a cuento, se dejan ver ovinos gallegos, navarros, manchegos, ibicencos, colmenareños, ripolleses, araneses, y sabe Dios. La editorial de hoy, por ejemplo, lleva por título Una República Libre y Soberana. Al sumergirse en sus profundidades, uno creería asistir al cotidiano alegato en pro de la independencia de nuestro pobre y oprimido pueblo guanche. Pero no, no del todo.
Veamos. Empieza con una comparación con un país insular (Seychelles): como ellos son libres, nosotros también tenemos que serlo. Sigue con un desprecio manifiesto a aquellos que tengan (tengamos) a bien sentirse (sentirnos) a la vez españoles y canarios. Continúa con una breve y disparatada alusión histórica para, acto seguido y tras mortal con doble pirueta, saltar al IRPF de este año. Y tras una concisa profecía de libertad, nos lleva de golpe y porrazo a la discusión sobre el futuro tren de Tenerife, salpicada aquí y allá con comentarios sobre las bondades de Internet, a la que atribuye poderes propios de personas. Sólo una novedad: en la editorial no se habla en ningún momento de Santiago Pérez, esta vez le han dejado en paz. De momento.
Y si alguien no lo cree y no quiere leer la editorial, aquí va nuestra acostumbrada selección de párrafos memorables:
Veamos. Empieza con una comparación con un país insular (Seychelles): como ellos son libres, nosotros también tenemos que serlo. Sigue con un desprecio manifiesto a aquellos que tengan (tengamos) a bien sentirse (sentirnos) a la vez españoles y canarios. Continúa con una breve y disparatada alusión histórica para, acto seguido y tras mortal con doble pirueta, saltar al IRPF de este año. Y tras una concisa profecía de libertad, nos lleva de golpe y porrazo a la discusión sobre el futuro tren de Tenerife, salpicada aquí y allá con comentarios sobre las bondades de Internet, a la que atribuye poderes propios de personas. Sólo una novedad: en la editorial no se habla en ningún momento de Santiago Pérez, esta vez le han dejado en paz. De momento.
Y si alguien no lo cree y no quiere leer la editorial, aquí va nuestra acostumbrada selección de párrafos memorables:
- Sus habitantes (de las Seychelles) de habla inglesa, francesa y autóctona -gente amable y de color- son libres, soberanos y tienen, como la tienen los países que gozan de libertad, su dignidad puesta en sí mismos. Ni las Seychelles, ni ninguno de los países libres, tienen amos. No los gobiernan desde la distancia ni Rubalcabas, ni Zapateros, ni Rajoyes, ni Aznares, ni nadie que no sea de su propia gente. (...) Las Seychelles gozan de libertad porque se las dio un país civilizado, como es Gran Bretaña, en 1976, aunque no ha hecho lo mismo con las Malvinas. En fin, los canarios tenemos amos y tenemos lo que somos; lo que nos han hecho ser: apátridas, apáticos, aplatanados y mínimos ante el peninsular y ante el godo. Es decir, somos una pena.
- Canarias exige dejar de ser explotada por los españoles y ser suya propia. Aspira a ser una nación con regidores propios que tengan limpias las manos y sean honrados. (...) Hoy somos españoles postizos; canarios que hacemos el ridículo diciendo que somos españoles; actuando como si fuera un desdoro decir que somos canarios (...). Qué disparate afirmar que somos españoles cuando estamos a 2.000 kilómetros de la capital de la Metrópoli.
- Para ... (la independencia) deben iniciarse las conversaciones entre un país que suponemos civilizado -España- y otro país -Canarias- que tenía su civilización y sus estructuras, pese a lo cual fue canallescamente invadido, esclavizado, vendido y robado por unos bárbaros que lo someten colonialmente desde entonces hasta ahora; es decir, durante casi seis siglos.
- ¿Por qué los dineros que descaradamente se ha llevado la Hacienda española en la campaña del IRPF de este año, y de todos los años anteriores, ha de ser de los españoles y no nuestro?
- La libertad llegará. Es irremediable. Es irreversible. Un día el Gobierno español se llevará una sorpresa porque será forzado por la ONU, y por el mundo entero, a iniciar negociaciones con genuinos representantes canarios -no los políticos que padecemos ahora sino aquellos que oportunamente se señalen- para establecer las condiciones del traspaso de poderes y de patrimonio.
- ¿Quién pone de acuerdo a una mancomunidad de servicios entre magos? Entre rencores, entre rencillas, yo más que tú, tú quién sos, primero yo, después yo, siempre yo y si sobra algo para mí.
- Hoy, lo repetimos, es Internet quien gobierna. Internet, como el ADN, son dos métodos idénticos en eficacia, rapidez y evidencia.
- Ha dicho don Ricardo (Melchior) con relación al tren que ya tiene las bendiciones de Fomento y de todas las fuerzas sociales y políticas. Confiamos en él por lo que hemos dicho acerca de que es un hombre de obras. Pero, ¿y si los ecologistas no quieren? ¿Si los canariones no quieren? Veremos qué tren sale primero. El inmensamente necesario de Tenerife, o el de juguete de Las Palmas.
Y así como cada oveja de este variopinto y singular rebaño debe ir con su pareja, así se me ocurren los siguientes comentarios al líder de la manada: (i) lo de gentes de color tiene un tufillo ciertamente racista; (ii) Gran Bretaña es un país civilizado porque concedió la independencia a las Seychelles, no importa que, además de las Malvinas, hoy mantenga numerosas dependencias y territorios de ultramar, la mayoría de ellos insulares, y mucho más alejados de sus costas que nosotros de la península ibérica; (iii) quizás haya pensado José Rodríguez en su bienamado Miguel Zerolo, insigne pero agotado patriota, como regidor de manos limpias para su hipotética república, uno de esos hombres que, oportunamente (nunca mejor dicho) serían señalados para tal fin; (iv) España, ese civilizado y a la vez bárbaro (¿?) país, destruyó una civilización de un pueblo nuestro, sí, pero que desconocía la escritura, que jamás vivió en ciudades ni tuvo conciencia de país, y cuyas únicas estructuras fueron los hoy añorados menceyatos, territorios gobernados por clanes tribales; (v) el tren tiene las bendiciones de un ministerio de ese país bárbaro y español que, fíjate, financia una y otra vez los caprichos de nuestros menceyes (quiero un auditorio, quiero un puente, quiero un tranvía, quiero un tren, quiero ampliar el aeropuerto, quiero un puerto, quiero...), aun cuando, por ejemplo, los presupuestos originales se salgan abiertamente de madre o las especies protegidas de las islas importen menos que una boñiga ovina (eso sí, atención a los demonios ecologistas y canariones); (vi) ¿para qué queremos gobernantes si ya tenemos a doña Internet?; (vii) la única gran verdad que se lee en la editorial: la presunta República libre y soberana sería, inevitable e irreversiblemente (JR dixit), una mancomunidad entre magos. Con o sin independencia. Ahí estoy completamente de acuerdo con el prota de este humilde blog.
Hasta mañanita.
Hasta mañanita.
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