jueves, 22 de julio de 2010

Aparquemos la patria por un día

El post anterior no estaría completo sin una lectura un poco más profunda de su editorial de hoy: no todo va a quedarse en las loables formas del Adalid de Nivaria y Guerrero del Antifaz de la avenida de Buenos Aires. Las collejas a los dos diputados nacionales de Coalición Canaria, así como la obscena alusión a la consejera de Sanidad constituyen sólo la segunda parte de la misma y, a juicio de quien escribe, una cortina de humo.

Una cortina absolutamente necesaria porque, de no ser así, este señor defraudaría a sus más acérrimos defensores. Aquéllos que, siempre según él, saturan la centralita de su periódico para manifestarle la más ardiente adhesión a sus patéticas soflamas. Hace tan sólo cosa de un mes, el día de San Juan para ser exactos, el tovarich José Rodríguez escogía a José Blanco, ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, como objetivo de sus canarísimos dardos verbales:
  • ¿Y quién coño es don José Blanco para disponer de los aeropuertos canarios? ¿Con qué autoridad incluye a los aeropuertos de nuestras islas, que son nuestros y sólo nuestros, entre los aeropuertos españoles?
Pero hoy, movido por la honda preocupación que siente el sector turístico por la presunta huelga encubierta de controladores aéreos, no duda en dar sus plácemes al antes vilipendiado ministro:
  • Anticipa José Blanco, ministro de Fomento, que su departamento estudia la incorporación de controladores aéreos militares para sustituir a los de carácter civil ausentes de sus puestos de trabajo por bajas médicas. (...) Apoyamos al ministro y le instamos a que no se quede en el anuncio o el aviso de esta medida sino que, si persiste la actitud de los controladores, tenga la valentía de llevarla a la práctica.
Sería muy sensato preguntarse de nuevo qué pinta aquí José Blanco, si es cierto como preconiza nuestro Clark Kent, que los aeropuertos canarios son nuestros y sólo nuestros. Deberíamos ser nosotros, y no un godo (heredero de aquellos que asesinaron, robaron y esclavizaron a nuestro pueblo, y con los que no tenemos nada que ver) y menos aún socialista para más INRI (esos demonios que tanto mal han hecho al mundo, un correligionario de Juan Fernando López Aguilar y Santiago Pérez) quienes deberíamos ocuparnos de nuestros propios asuntos. Déjese de tonterías, don José: ¿qué hace usted dándole palmaditas en la espalda al representante de un país extranjero que nos oprime y que está a 1400 km de distancia de nosotros? ¿Por qué no da usted un puñetazo sobre la mesa y exige que sea su admirado don Paulino quien, como patriota de pro que es, nos saque del atolladero?

A esta evidente falta de coherencia editorial, hay que sumar que en el texto de hoy no aparecen por ningún lado palabras tales como patria, independencia, nación, etcétera, que venían siendo parte del mantra -hoy mantra interrupta- del azote de la españolidad. Lo que sugiere que este señor ha sido capaz -quién lo diría- de aparcar por un día su encendido discurso soberanista en aras del bien de Canarias, un bien, eso sí, supeditado sin discusiones a las medidas que pueda tomar un representante español como el ministro de Fomento. Todo un ejemplo del más puro y genuino patriotismo canario.

Y es que a ciertas edades, a algunos se les queda el rostro del material que han usado a lo largo de su dilatada existencia para modearlo. ¿No les parece?

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