viernes, 9 de julio de 2010

Delirium tremens

El virulento (y, no obstante, jugosísimo) comentario de hoy parece el resultado de un ataque por síndrome de abstinencia, de ahí el título del post. Nuestro infalible e inefable denunciador se ha enterado de las informaciones de la prensa ajena (gracias al ojo vigilante de la legión de lectores que, indignados, no han parado de hacer sonar los teléfonos de El Día) acerca de la renuncia de Coalición Canaria de incluir referencias al soberanismo y a la nación en nuestro futuro estatuto, tras el fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatut Català. Indignado por ello, no ha tardado dos segundos en sentarse frente a la Olivetti y teclear enérgicamente para redactar, entre otras perlas, las que siguen:
  • (...) cierta información procedente de Madrid que recoge un diario impreso en Tenerife, aunque es propiedad de una empresa de Las Palmas. Titula ese periódico (...) que CC ya no habla de la nación canaria. Añade el autor (...) que los soberanistas canarios descartan incluir el término soberanista en el Estatuto de Autonomía y enarbolan la bandera de la alianza con el resto de la Macaronesia.
  • ¿Cómo hay tinerfeños y tinerfeñas que estén pensando todavía en el Estatuto de Autonomía, que es la cadena que quiere ponernos el godo para esclavizarnos todavía más a sus viles intereses? ¿Cómo pueden consentir algunos tinerfeños y tinerfeñas, y estamos pensando en José Luis Perestelo, Ana Oramas, Fernando Ríos e incluso Paulino Rivero, que se diga, que lleguen a decir ellos mismos, que no existe la nación canaria?
  • Estas Islas (Canarias) eran libres y soberanas de sí mismas antes de que sus habitantes fuesen masacrados de manera salvaje, esclavizados y vendidos en Europa; tanto hombres como mujeres, niñas y niños. ¡Cuántas criaturas fueron arrancadas de su tierra, de sus valles y sus montañas, de la compañía de sus seres queridos, para que sirviesen de solaz a reyes y nobles europeos! (...) Qué desvergüenza tan grande la de los nacionalistas de CC, al llamarse de esa forma sin serlo. No son nacionalistas sino españolistas; amantes de los verdugos de nuestros antepasados.
  • Cataluña es una nación. Si antes de la sentencia del Tribunal Constitucional decíamos que no, hoy después de la sentencia decimos que sí. Los hechos han venido a confirmar que Cataluña es una nación deseosa de ser europea y no española. España, por mucho que su selección gane el campeonato del mundo, no es Europa. Está marginada de Europa porque los europeos no consideran como personas civilizadas a sus habitantes, salvo los de Cataluña, y mucho menos después de las locuras políticas de su presidente socialista.
  • Su espacio político será ocupado por los partidos independentistas emergentes. Estas formaciones, convenientemente unidas, arrasarán con los votos de la juventud porque los jóvenes, todavía no contaminados por la avaricia política de sus mayores, tienen la mente y las manos limpias, amén de querer las cosas claras.
En efecto, La Opinión de Tenerife (ese periódico al que José Rodríguez tiene en tan alta estima) publicó dicha noticia haciéndose eco de la Agencia EFE. Nuestro infatigable adalid entiende que esa agencia de noticias es "Madrid", apuntándose al carro que emplean varios medios catalanes, vascos y otros, que achacan todos los males propios a "Madrid." No a la ciudad de Madrid, ni a la Comunidad de Madrid, ni siquiera al gobierno de Madrid, sino a Madrid en abstracto, un ente vago y difuso ubicado en la capital de España pero inexistente, monigote (o si lo prefiere el señor Rodríguez, machango) perfecto para ejercitarse en el tiro al blanco. Porque es como las meigas, o el Sanedrín de Vegueta (genial invento de nuestro denunciador): no existe... pero haberlo, haylo.

Ah, por cierto: La Opinión de Tenerife es propiedad del grupo Editorial Prensa Ibérica, cuyas oficinas comerciales están en Madrid y en Barcelona, y no en Las Palmas, aunque sí es cierto que el grupo nació tras la adquisición de Editorial Prensa Canarias en 1978. De ahí a decir que es una empresa de Las Palmas media un abismo.

La reprimenda a los políticos locales de Coalición Canaria se explica por sí sola: esos amantes de los españoles... ¿Se referirá el señor Rodríguez a la vida privada de alguno de ellos? Me pregunto. Porque parece emular a un indignado cacique, reprochando a las mujeres de su tribu que se acuesten con los barbudos conquistadores llegados desde el mar. Esos conquistadores que tantas tropelías hicieron en su día y de los que (mal que le pese), el propio señor Rodríguez desciende. Y por línea canariona, según apuntan por ahí, y él propio aludido reconoce. Como por ahí dicen también que este buen señor de confesa ideología social-comunista fue fiel vocero del régimen franquista, mientras existió.

Insiste el susodicho en la idea de unas islas libres y soberanas que no fueron, como tales, ni una cosa ni la otra: no existió nunca una nación canaria como hoy lo entendemos, o como el señor Rodríguez pretende que lo entendamos, y afirmar lo contrario es falsear la historia. Y sí: los conquistadores trataron en no pocos casos con crueldad a los aborígenes, pero nosotros, los actuales canarios, descendemos de ellos, de lo que quedó de la población local y de los pobladores que llegaron más tarde: eso conforma nuestra identidad actual, y no una supuesta identidad guanche (convendría recordar, además, que ese nombre sólo es aplicable a los aborígenes tinerfeños) cuyo parecido con la realidad de hoy es pura entelequia.

Pero lo mejor es la referencia a Cataluña. Hace tan sólo ¡nueve días! el infatigable y octogenario justiciero negaba la mayor al Principat, alegando con una buena dosis de viagra (la testosterona se supone de capa caída) que los derechos históricos de Cataluña deberían abstraerse en beneficio de la unidad española, (hay que tener valor para abogar por la unidad de un país extranjero que tan cruel ha sido con Canarias) y reconociendo, sin mucho ánimo, que Cataluña es una nación, sencillamente porque siempre se había dicho así: argumento sólido y contundente como pocos. Hoy, días después, se retracta sin más de sus afirmaciones y otorga a los catalanes el status de nación porque sí. Y al hacerlo, presa de su frenesí, niega a los españoles el status de europeos, también porque sí. Olé. Huy, no, perdón, se me escapó.

Finalmente, no puedo dejar de pensar en inclinaciones maoístas muy propias de la Revolución Cultural al leer el párrafo dedicado a esos jóvenes de pensamientos limpios e inmaculados, futuros héroes de nuestra independencia.

Siga usted así, caballero. Este blog existe gracias a usted.

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