martes, 17 de mayo de 2011

Un mirlo blanco para Santa Cruz

El editorial de hoy dedica sus contenidos casi al 50-50 a despotricar de la ley electoral y gimotear por el aciago destino que aguarda al MPC el domingo (un mix entre el erre-que-erre y un voto por compasión), por una parte, y mostrar cuáles deben ser, según el ilustrado criterio del periodista más dicharachero de la avenida de Buenos Aires, las virtudes del futuro primer edil de Santa Cruz de Tenerife, por la otra. De lo primero no he ocupo, pues procuro no seguir el juego a Gary Baldi hasta el punto de marear a mis lectores: en eso reconozco que no soy rival para él, como tampoco pretendo serlo. Además, ya dije lo que tenía que decir ayer mismo, señalando lo que a mi juicio constituye un ejercicio de hipocresía por parte del octogenario mencey nivariense.

Así que vamos a lo segundo. Aquí va el decálogo que habrá de observar rigurosamente el futuro Pedro Crespo santacrucero:
  • (...) Santa Cruz no puede tener un alcalde o una alcaldesa que sean unos chisgarabís cualesquiera. No puede estar regentada por un alcalde que, aunque criado aquí, tiene genes canariones. El primer edil de esta ciudad debe poseer altura política e intelectual suficientes. Y si tiene altura física, mejor; si tiene personalidad, mejor. En estas circunstancias necesitamos a un hombre o a una mujer y que sean milagrosos. Alguien que esté a la altura de García Sanabria.
  • El alcalde de Santa Cruz tiene que ser una persona... alegre atrevido. Lo repetimos, no le vale a esta ciudad cualquiera. No debe ser un alcalde de encuestas, ni forzado por las mentirosas encuestas. Tiene que ser un alcalde de calidad. Un García Sanabria redivivo.
  • Una figura como García Sanabria. Un hombre como el recordado y eficacísimo García Sanabria. Un hombre fuera de la política y de la irresponsabilidad política. El alcalde de salvación que merece la gran ciudad que es Santa Cruz. La persona que se merece Santa Cruz, para que Santa Cruz no caiga en manos de ningún chisgarabís atrevido alegre e irresponsable.
Es decir: alegre-atrevido, pero no atrevido-alegre, ya que ello le convertiría inexorablemente en un chisgarabís (esto significa que el orden de los factores altera al alcalde). Metro ochenta y cinco de estatura, recomendado pero no exigido. Imprescindible certificado de limpieza de sangre, sin sombra amarillo-canariona en el genotipo entero (no como otros, con ancestros de Santa Brígida), expedido por el comité de pureza guanche (guanartemes abstenerse). Que no venga del mundo de la política, idealmente un amateur, pero que entienda de ella tanto como para dejar en paños menores a los profesionales. No se admiten españolistas, sociatas, ecologistas, ni profesores universitarios. Y por último: que se apellide García Sanabria, que hasta cuatro veces le ha evocado Gary Baldi; si además tiene por nombre Santiago, se anularán las elecciones y el candidato será proclamado alcalde por unánime aclamación popular.

No pretendo hacer coñadas fáciles a propósito de la memoria del que ha sido, quizás, el mejor alcalde que ha tenido la capital santacrucera. Pero sí es mi deber señalar, aun echando mano de ironía chusca, que García Sanabria, para bien y para mal, sólo ha habido y habrá uno en la historia de la ciudad. Uno, nada más. Quienes vengan en lo sucesivo podrán, a su modo, manera y criterio, seguir sus pasos, pero en todo caso serán ellos mismos, en una ciudad distinta y en un contexto social, cultural, político y económico por completo diferente al que marcó la época del añorado primer edil.

Y es que los mirlos blancos, si existen, sólo pueden ser mutantes. Los seres humanos, repito, somos únicos en todo. Por eso es tan grandiosa nuestra estirpe: porque es capaz de engendrar individuos irrepetibles en sí mismos, y por tanto valiosos por sí mismos. Sí, hasta Gary Baldi es único y por tanto un mirlo blanco. Como él sabe, graznando desaforadamente y todo. Pero así es.

2 comentarios:

  1. Y tiene que ser de este planeta? Porque aunque no se apellide García Sanabria, Clark Kent bien podría postularse como candidato a la alcaldía santacrucera. Con los poderes sobrenaturales de la kryptonita en lugar del bastón de mando, haría maravillas.
    Además, en sus tiempos de descanso entre pleno y pleno, nuestro Superman particular podría trabajar en la redacción del diario azul. Quizás, con el tiempo, podría hasta dirigir el periódico.
    Los superhombres son así, únicos e irrepetibles, pero grandes alcaldes.
    Saludos, Mr. Whiteknight.

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  2. Jejeje. En Canarias Ahora opinan más o menos lo mismo, me he partido de risa al leerlo aquí. Muchas gracias y muchos saludos.

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