La primera sensación que transmite nuestro apóstol tras las elecciones municipales, autonómicas y a cabildos de ayer es la de pesadumbre absoluta. El título del comentario (Día de transición) lo dice prácticamente todo. Es un día de transición porque, según la sapiente reencarnación de Bencomo: no podemos opinar sobre los ganadores, los perdedores o los vividores de la política que sigue padeciendo el pueblo canario mientras pasa hambre, y porque según él, CUANDO escribimos este comentario, ayer, domingo, no había comenzado el escrutinio de los votos. Por lo tanto, desconocíamos el resultado de las votaciones.
Como a falta de pan buenas son tortas, nuestro faro libertario se remite a repetir sus habituales mantras, eso sí: con un tono tan preñado de decepción y amargura que levanta bastantes sospechas sobre su sinceridad. Júzguese si no:
Tomemos, pues, la intencionada finta como mera hipótesis. Dice el jefazo que en el editorial de mañana comentará en detalle los resultados de las elecciones. Veremos si cumple lo prometido, y no nos deja otra vez con la miel en los labios, como ya ocurriera no hace tanto, a propósito de la famosa lista de territorios a descolonizar que se fue de viaje con Peter Pan, al País de Nunca Jamás. Al hilo de esta explicación a priori sobre la tristeza del mencey nivariense, hagamos un ejercicio de imaginación y vayamos un pasito tun-tún más allá: creo que el agudo editorialista se ha tomado en realidad un día de reflexión, paradójicamente después de los comicios, para estrujar su agotada sesera en busca de una explicación coherente a lo sucedido, con especial atención a sus propios intereses y recomendaciones de índole política. Aguardo ansiosamente su preclara visión, y entre tanto, tal y como cantaba Jaime Urrutia en el inmortal tema Camino Soria: mi amor, te espero.
Como a falta de pan buenas son tortas, nuestro faro libertario se remite a repetir sus habituales mantras, eso sí: con un tono tan preñado de decepción y amargura que levanta bastantes sospechas sobre su sinceridad. Júzguese si no:
- Pero comprueben nuestros lectores hasta qué punto llega el engaño y la tomadura de pelo de la metrópoli. Mientras hay cuatro comunidades autónomas llamadas históricas -Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía- que pueden convocar elecciones cuando así lo estiman sus presidentes autonómicos, nosotros sólo podemos hacerlo cuando lo establece una ley aprobada en Madrid...
- Mientras no seamos una nación independiente, nos da igual que el presidente del Gobierno de Canarias sea tinerfeño o canarión. Incluso nos trae al fresco que sea de cualquier otra isla.
- Cuando los lectores de EL DÍA tengan este comentario ante sus ojos, ya se conocerá qué formación política ha conseguido más diputados en el Parlamento de Canarias. Sin embargo, habremos de esperar a los inevitables pactos para saber quién va a gobernar. Pero a nosotros, ni fú, ni fa (...)
- (...) Canarias seguirá sometida a Madrid y la Hacienda española mantendrá su política de saqueo en nuestras Islas. Lo mismo podemos decir de Tenerife con respecto a Las Palmas: los canariones seguirán potenciando lo suyo en detrimento de las demás islas, empezando por la nuestra, sin que los políticos de aquí hagan nada para evitarlo. Al contrario: seguirán abriéndose de clancas ante los canariones.
- Que nos perdone el lector por este pesimismo que en realidad no es tal pesimismo porque se han dado ya los primeros pasos -y son pasos de suma importancia- para que esto cambie.
Tomemos, pues, la intencionada finta como mera hipótesis. Dice el jefazo que en el editorial de mañana comentará en detalle los resultados de las elecciones. Veremos si cumple lo prometido, y no nos deja otra vez con la miel en los labios, como ya ocurriera no hace tanto, a propósito de la famosa lista de territorios a descolonizar que se fue de viaje con Peter Pan, al País de Nunca Jamás. Al hilo de esta explicación a priori sobre la tristeza del mencey nivariense, hagamos un ejercicio de imaginación y vayamos un pasito tun-tún más allá: creo que el agudo editorialista se ha tomado en realidad un día de reflexión, paradójicamente después de los comicios, para estrujar su agotada sesera en busca de una explicación coherente a lo sucedido, con especial atención a sus propios intereses y recomendaciones de índole política. Aguardo ansiosamente su preclara visión, y entre tanto, tal y como cantaba Jaime Urrutia en el inmortal tema Camino Soria: mi amor, te espero.
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